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«ADORAR AL SEÑOR DIQS» 185 raban de forma diversa, abriendo una sima entre ambos modos de rela– cíonarse con lo divino. Pues bien, en Francisco inciden estas dos corrien– tes, dando lugar a una oración eclesial donde la liturgia se hace más asequible y lo popular recobra contenido teológico. Si rastreamos sus Escritos y las Biografías que ·nos hablan de él, podremos darnos cuenta 'de que la oración de Francisco hunde sus raíces tanto en la pleE,aria culta o litúrgica como en la popular. Así, por ejem– plo, en las Reglas se percibe un vocabulario monástico a la hora de hablar sobre la oración, que refleja su asimilación de la plegaria mo– nástica. Más en l:oncreto, la Regla para los eremitorios describe un modo de comportamiento muy semejante al de los ermitaños, comportamiento que amplían de una forma gráfica todos los biógrafos. Éstos mismos son también los que nos ilustran sobre los contenidos populares de algunas forma•s .de oración empleadas por Francisco, tales como el mimo el canto en francés, las peregrinaciones, etc. Pero antes de adentrarnos ·en la reahdad de la oración de Francisco, será conveniente que describamos ·cuáles eran sus actitudes y disposi– ciones ante ella. La oración no es un acto mecánico al que se llega de cualquier forma. Necesita un pórtico que prepare el encuentro personal con el Señor; y, una vez en su presencia, requiere un ambiente que pro– longue en el tiempo la huella que lo divino deja en el hombre. Así pues, Francisco llega a la oración desde un talan1:e contemplativo que le permite vivir a Dios desde la gratuidad; por otra parte, esta misma presencia se derrama en el tiempo hasta convertir su existencia en un contmuo caminar en busca de la plenitud del Misterio. Contem– plación y fidelidad serán las dos realidades con las que Francisco tratará de arropar la presencia de Dios en su vida. l. ACTITUD CONTEMPLATIVA Es indudable que Francisco era un contemplativo. Para nuestra socie– dad tecnificada, que ve las cosas de forma utilitarista y dominante, resulta difícil entender que nos podamos relacionar con 'Cl mundo de otro modo. Sin embargo, ehminando ese afán depredador que nos con– vierte en cazadores de lo creado, puede surgir esa mirada limpia capaz de descubrir la gratmdad de la belleza. Contemplar es acercarse a las cosas y a los hombres de forma respetuosa para iniciar un diálogo desde el ser. a) Comemplar las cosas Francisco poseyó esa sensibilidad contemplativa que le permitía captar los múltiples detalles de las cosas sin, por eso, sentirse mero
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