BCCCAP00000000000000000001494

38 .J. MICÓ Celano--, les ofrecía su afecto (2 Cel 83). Esta valoración de la dignidad del pobre le llevó a acoger a todo el que necesitara de su apoyo, incluso los ladrones y bandidos (1 R 7,14). La anécdota de los bandidos de Monte Casale, convertidos por la disponibilidad de Francisco y los hermanos, ilustra esta actitud (LP 115). La solidaridad de Francisco con los pobres se refleja también en su compasión con los enfermos (LM 8,5). Desde su propia enfermedad acoge y acompaña a los demás enfermos, abriéndoles un horizonte clarificador de que su situación responde a la misteriosa voluntad de Dios, y que, por tanto, deben vivirla como una respuesta agradecida (1 R 10,3). Los innumerables milagros que se cuentan del Santo, después de colocarlos debidamente dentro del marco hagiográfico en que están narrados, reflejan la sensibilidad de Francisco para con el dolor, sobre todo cuando va acompañado de la pobreza, que es en la mayoría de las veces; al mismo tiempo que la confianza de los pobres para acudir a él en sus necesidades. CONCLUSIÓN Después de este recorrido por el camino espiritual de Francisco desde la perspectiva de la pobreza, es lógico que nos preguntemos a qué se debió su gran aceptación, y cuál fue la influencia real en la sociedad y en la Iglesia de su tiempo. ¿La enonne difusión de su espiritualidad se debió solamente a cuestiones de propaganda o tuvo verdadera incidencia en la transformación ética y religiosa de su entorno? La opción escandalosamente provocativa de su vida en pobreza no podía pretender que fuera asumida de una forma absoluta por una sociedad que estaba embarcada en una economía de beneficio. Se trataba, más bien, de una confrontación entre dos modos de vida, en la que ambos tenían cosas que dar y que recibir, llegando a un intercambio enriquecedor. Lo mismo se podría decir respecto a la Iglesia. La utopía y el pragmatismo dieron como resultado que se filtrara en sus estructu– ras eclesiales la espiritualidad pauperística laica, cosa que hasta entonces había sido imposible por el talante contestatario de los movimientos pauperísticos. Esto podría hacer sospechar que Francis– co tuvo que rebajar el nivel de radicalidad evangélica para poder ser aceptado. Sin embargo, al leer sus Escritos y el material biográfico

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz