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34 J. MIGÓ nadie, sino para hacerles partícipes de su hallazgo de que asumir la propia pobreza es el punto de partida para superarla; es decir, que al aceptar nuestra condición de pobres, nos comprometemos a luchar para que todos puedan vivir con dignidad y permanecer abiertos al Amor Trascendente. Al acercarse a los pobres, Francisco no pretende mostrarse misericordiosamente paternalista; simplemente les ofrece su propia experiencia de querer y sentirse pobre como ellos. 4. FRANCISCO Y LOS POBRI~S Al relacionar a Francisco con los pobres no podemos proyectar nuestro actual concepto de pobreza, ya que le haríamos un flaco servicio al verlo como un espiritual desencarnado, cuyo acercamiento a los pobres se quedó en el romanticismo voluntarista de calmar su problema, pero sin atacarlo de raíz. Francisco fue un místico, pero no un revolucionario social; y él lo sabía. La imagen hagiográfica que nos ha llegado del pobre Francisco distorsiona el hecho de lo que pudo ser en la realidad. Por tanto, conviene romper ese mito pauperista de Francisco, que lo eleva de una forma irreal al podio de la pobreza. Ni fue el más pobre ni se comprometió en la defensa de los pobres de una manera socialmente eficaz. Para ello baste recordar que la Fraternidad disponía de la base económica necesaria -trabajo y limosna- para satisfacer el mínimo vital, cosa que no todos los pobres tenían. La pobreza de Francisco y sus compafíeros, como pobres voluntarios, se define por el espíritu de las Bienaventuranzas, y consiste en un empobrecimiento que les abre confiadamente al amor de Dios y les permite compartir con los demás todos los bienes de una forma digna. Francisco fue un pobre solidario, pero a su modo. Se le podría perdonar su nulo espíritu reivindicativo, diciendo que no era posible en la sociedad de su tiempo. Pero esto sería faltar a la verdad, puesto que existieron movimientos religiosos, como el de Arnaldo de Brescia, que concretaron su exigencia de pobreza levantándose contra lo que consideraban un atropello a los pobres, acusando a los ricos y reivin– dicando mejoras sociales, poniendo así de manifiesto una verdad fundamental: la raíz de la pobreza está en el abuso de los ricos. Francisco, sin embargo, no puede ser catalogado dentro de esta solidaridad social, sino que su pobreza hay que colocarla dentro de un ámbito espiritual, pero con repercusiones sociales. Aunque los biógrafos relacionan ya a Francisco con la pobreza aun antes de su conversión, haciéndolo sensible a los mendigos que

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