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22 J. MICÓ La situación de pobreza por parte de Francisco y su Fraternidad, afecta también a la posesión de viviendas y a su equipamiento, sobre todo de libros. Llamada a seguir a Jesús de una forma itinerante, la Fraternidad no podía quedar atrapada en las cosas y en la ciencia. Por eso, Francisco es tajante al prohibir a los hermanos que, «donde– quiera que estén, en eremitorios o en otros lugares, se apropien para sí ningún lugar o lo defiendan contra alguien» (1 R 7,13; cf. 2 R 6,1). La anécdota de Rivotorto que trae Celano (1 Cel 44-46) muestra la precariedad de la vivienda en los comienzos de la Fraternidad, así como su disposición a dejarla en cualquier momento. Si las casas deben ser pobres, pobre también tendrá que ser su equipamiento, especialmente en lo que se refiere a libros. La comuni– cación existencial del Evangelio a través de unos medios pobres, como era el contacto personal y la predicación sencilla, dejaba sin sentido la utilización de la teología, y por consiguiente de los libros como utillaje para la evl'.lngelización. El problema de la ciencia como medio apostólico es un problema añadido, que crece a medida que se va oscureciendo la conciencia de que la minoridad -es decir, la pobreza humilde- configura la identidad del seguimiento de Fran– cisco y los suyos. La actitud de Francisco respecto a la ciencia no es tanto de desprecio como de lucidez ante lo que constituye más bien un estorbo que una ayuda en el seguimiento de Cristo pobre. Por eso, el que los hermanos que no saben leer prescindan del breviario o de cualquier otro libro (1 R 3,9; 2 R 10,7), responde a la iógica interna de un grupo que ha optado por no utilizar la ciencia como medio de acción. b) Servir y trabajar Una Fraternidad que no dispone de posesiones de las que sacar rentas ni, por su opción laical, acepta remuneración o limosna a cambio del servicio apostólico prestado, debía basarse en el ejercicio de alguna actividad que fuera suficiente para conseguir el alimento diario, el vestido, las herramientas y los libros para el rezo, etc. El trabajo manual formaba parte de la espiritualidad eremítica y de los movimientos pauperísticos italianos. Aunque era un exponente significativo de una vida en pobreza, no conllevaba los elementos de cotidianidad y de duración a los que estamos acostumbrados actual– mente. El trabajo, dentro de la vida espiritual y sobre todo entre los ermitaños, más que una actividad productiva, es primeramente una ocupación para «evitar el ocio, que es enemigo del alma», y, sólo después, un medio de conseguir «las cosas necesarias para la vida
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