BCCCAP00000000000000000001494

12 J. MICÓ pobre el trabajo manual que le permita, día a día, disponer de lo necesario para su moderada subsistencia. El ermitaño es un pobre, un excluido voluntario que rechaza la vida ciudadana y el dinero. Pero esa misma pobreza es la que le impulsa a salir de su refugio en busca de los demás pobres. A pie, y aun descalzos, o montados sobre un asno, recorrerán los caminos al encuentro de los más pobres. Su intención es predicar el Evangelio, restaurando la dignidad de los excluidos y reintegrándolos en el nuevo espacio del Reino. Aunque la multitud de los que acudían a escuchar a los eremitas era muy variada -artesanos, albañiles, agricultores, etc.-, su predicación se dirif_, 1 fa a los últimos, a los que no cuentan en la sociedad: los leprosos , las prostitutas, etc. Estos predicadores populares, itinerantes y próximos a las muchedumbres, supieron percibir la angustia de los desdichados y las aspiraciones de la inmensa mayoría. De Roberto de Arbrissel se dice que «predicaba el Evangelio a los pobres, llamaba a los pobres, reunía a todos los pobres». Ya en el lecho de muerte, pidió descansar «entre sus queridos enfermos y sus amados leprosos». Con esta toma de posición evangélica, se había pasado de la «liberalitas erga pauperes» a la «conversatio inter pauperes». Es decir, se había optado por vivir pobre entre los pobres y no conformarse con inclinarse hacia ellos. El ermitaño trató de aliviar la miseria y restaurar la dignidad humana de los expulsados. 'l'rató de revelar el reflejo del rostro de Cristo sufriente. Reconfortando a los pobres, estimulando a los favorecidos, quiso anunciar a todos la salvación mediante la pobreza, por los pobres y mediante los pobres. El movimiento eremítico, que había surgido en parte como protesta contra el nuevo sistema económico, no supo, sin embargo, darle una solución viable, por lo que la mayoría de ermitaños terminaron volviendo, con la fundación de nuevos monasterios, a un tipo de espiritualidad de la que habían renegado. Sólo en algunos pocos casos consiguieron crear un eremitismo cenobítico -como los Cartujos y los Camaldulenses- que, si bien conservó su talante austero, se mantuvo aislado y sin fuerza ejemplar para el pueblo. 7. Los MOVIMIENI'OS PAUPERÍSTICOS La predicación de los ermitaños itinerantes anunciando el Evangelio en clave pauperística, hizo tomar conciencia a los laicos de su responsabilidad eclesial, motivando la aparición de grupos religiosos cuyas aspiraciones se cifraban en la vivencia del Evangelio de forma radical. Este radicalismo les llevó a una fuerte oposición a la jerarquía de la Iglesia a causa de sus posesiones; y por este radicalismo fueron expulsados de la Iglesia como herejes. Sin embargo, estos herejes no tenían otras pretensiones más que vivir el Evangelio como los discípulos del Señor, sin poseer casas, ni campos, ni bestias. De ahí que aparecieran como «pobres de Cristo» que, perseguidos como los apóstoles y los mártires, sin sosiego y en

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz