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ANTROPOLOGÍA DE LA POBREZA FRANCISCANA 225 que nadie es completamente malo. La existencia es ya un don de Dios, y así otras muchas cosas que hemos recibido de su bondad. Aquí Francisco vuelve a su concepción de no apropiarse nada: Dichoso es quien nada retiene para sí, restituyendo al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios (Adm 11, 4). Son vivificados ... quienes no atribuyen al cuerpo toda la letra que saben y desean saber, sino que con la palabra y el ejemplo se la restituyen al altísimo Señor Dios, de quien es todo bien (Adm 7, 4). · Es curiosa la interpretación que hace de la envidia y la blasfemia: Todo el que envidia a su hermano por el bien que el Seíior dice o hace en él, incurre en un pecado de blasfemia, porque envidia al Altísimo mismo (ej. Mt 20,15), que es quien dice y hace todo bien (Adm 8, 3). He aquí la pobreza creatural según Francisco: metafísica y éticamente todos somos pobres. No hay ninguna excepción. Lo bueno viene sólo de Dios. No podemos apropiarnos la bondad; hemos de restituirla al Señor. No ocurre lo mismo con la pobreza histórica. Desde este punto de vista no todos son pobres. Hay pobres y hay ricos. Es una relación dialéctica. Escribe Ignacio Ellacuría: «Pobre es un concepto dialéctico. No sólo dice referencia al término contrario "rico", sino que establece una relación dialéctica .entre am– bos; hay ricos "porque" hay pobres y hay pobres "porque" hay ricos.» 11 Me atrevería a afirmar que esta relación dialéctica no aflora en los escritos de san Francisco. Pobreza y riqueza son abordadas antropológicamente, como humanizadora y como deshumanizadora. La solicitud y las fatigas de este siglo, y las seducciones de la riqueza ... ahogan la palabra y ellos se tornan infructuosos (1 R 22). La apropia– ción envilece, la desapropiación e1moblece. Frente a los ricos, Francisco no insiste en reclamar justicia, sino solamente en amarlos. Escribe: Son amigos nuestros todos los que injustamente nos causan tribulaciones y angustias, sonrojos e injurias, dolores y tormentos, martirio y muerte; y los debemos amar mucho, ya que por lo que nos hacen obtenemos la vida eterna (l R 22). La IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Santo Domingo (1992) recordó a san Francisco con estas palabras: San Francisco de Asís, en su amor a los pobres y a la naturaleza, puede inspirar este camino de reconciliación con lo creado y con los hombres todos entre sí, camino de justicia y de paz. 12 11 L ELLACURíA, «Pobreza/Pobres», en C. F10RISTAN - J. J. TAMAYO, Conceptos funda– mentales del Cristianismo (Madrid 1993) 1045. i?. Conclusiones, n. 170.
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