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FRANCISCO DE .ASÍS ANTE LOS MOVIMIENTOS EVANGÉLICOS DE LA ÍóPOCA 343 No merece credibilidad el caso de un hereje que quiso desacreditar públi– camente a Francisco mostrando el muslo de un capón que había recibido de él.2 6 Ese formalismo de la ascética cátara respecto a los alimentos sabemos que preocupaba poco al Santo que prefería atenerse a la norma evangélica: Comed lo que os pongan delante (Le 10,8), mandándola introducir expresamente en la regla definitiva. En su responsabilidad de fundador, Francisco se preocupó desde el co– mienzo de alejar de la fraternidad toda mínima sospecha de contaminación herética. Todo candidato debía ser examinado diligentemente sobre su fe católica (2 R 2, 2s); todos los frailes debían «ser católicos, vivir y hablar católicamente»; y si alguno se apartaba de la verdadera fe, era expulsado de la fraternidad (l R 19, 1-3). Esta preocupación aumentó en los últimos años, como aparece en la carta a la Orden, en el pequeño testamento de Siena y en el testamento final. Desde que los hermanos menores comenzaron a extenderse por Lombardía, después por Francia (año 1217), y los países germánicos (1219) e Inglaterra (1224), con frecuencia eran mirados y tratados como herejes. El Papa Honorio III tuvo que intervenir con una bula del 11 de junio de 1219 y con otra del 29 de mayo de 1220, recomendando a todas las autoridades eclesiásticas acogerles como «verdaderos fieles católicos y como religiosos». 27 La adhesión a la Iglesia jerárquica, afirmada y mantenida desde el comien– zo, sin menoscabar el impulso evangélico y la espontaneidad de las manifesta– ciones, preservó de las desviaciones a toda la hermandad franciscana: frailes, monjas y terciarios seglares, aunque al final del siglo XIII el partido interno de los «espirituales» degenerara en posiciones heterodoxas y algunos grupos de terciarios estuvieron implicados en los errores de los begardos y de las beguinas, y condenados en el Concilio de Viena (1312). Traducción: Fr. José Luis G. Rodrigo ' 2 " 2 Cel 78. Existe la sospecha de que se trata de una interpolación, ya que es uno de los pocos episodios de 2 Cel que no se encuentra ni en TC, ni en LP, ni en EP; ni tampoco en LM de san Buenaventura. Además el hecho se supone acaecido en Alejandría, donde no es probable que haya estado san Francisco. Y, sobre todo, se trata de uno de los tópicos hagiográficos más copiados; aparece casi en los mismos términos entre los milagros polémicos atribuidos a san Antonio. 27 HoNORIUS PAPA III, Venerabílibus Fratrilms, Ep., en Bullarium Franc., I, 2 y 5. Ver Giordano DE GrANO, Cronica, 4 s. Acerca del tema, que resumidamente expuso, ver K. EssER, «Franciskus von Assisi und die Katharer seiner Zeit», en Arc/1. Franc. Híst. 51 (1958) 225-264.

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