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FRANCISCO DE ASÍS ANTE LOS MOVIMIENTOS EVANGÉLICOS DE LA ÉPOCA 341 aprobación pontificia de su Orden. Estaba reunido el Capítulo General de los Hermanos Menores y quedó maravillado al constatar cómo tantos frailes demos– traban alegría y paz en la pobreza total, confiados en la divina Providencia. 22 7. ACTITUD DE FRANCISCO ANTE LA HEREJÍA Y LOS HEREJES En el tiempo en que Francisco vivió su aventura evangélica y sembró su mensaje de paz y de fraternidad, la herejía era la gran preocupación de los responsables de la Iglesia y de las autmidades civiles. Los herejes, o tenidos como tales, se encontraban por todas partes; también a las puertas de Asís, en el valle de Espoleto existían centros cátaros. No obstante, leyendo los escritos personales de Francisco, se diría que él los ignoraba. Nunca una mención, nunca una expresión polémica. Incluso, lo que sorprende, ni tampoco los biógrafos, que respiraban ese ambiente, atribuyen al Santo un solo gesto contra los herejes, una predicación o uno de esos milagros polémicos que, en cambio, fueron atribuidos a san Antonio de Padua, aunque en realidad no parece que los haya hecho.2 3 Hubo, en verdad, una deformación tardía, en sentido polémico, del sermón de Francisco a los pájaros, tan genuinamente suyo (1 Cel 58). Según esta versión, encontrándose el Santo en Roma y viendo que los romanos abandonaban su predicación, habría marchado al campo para predicar a los pájaros, los cuales le escucharon con docilidad; luego habría reprendido a la gente por su obstinación. 24 El Pobrecillo estaba íntimamente persuadido de que el mal, y más aún el error, no era combatido eficazmente con la agresión frontal, menos todavía con posiciones fanáticas o con la controversia, sino con la profesión serena de la verdadera fe y la coherencia de la vida. Era la táctica que él quería que los frailes usaran cuando van por el mundo: «Aconsejo, amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a mis hermanos que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan de palabra ni juzguen a otros, sino sean apacibles, pacíficos y mesurados, mansos y humildes, hablando a todos decorosamente, como conviene» (2 R 10-11). En sus escritos Francisco hace enérgicas afirmaciones de ciertas verdades y de ciertas prácticas que sabía que eran negadas por algunas sectas, especialmen- 22 La noticia fue recogida por Pedro de Juan Olivi de un venerable canónigo regular, que luego se hizo fraile menor, el cual la habría escuchado de los labios del mismo santo Domingo, compañero suyo en la canonjía. Testimonia minora, 97-99. Más tarde la amplió y la adornó el autor de las Florecillas, situando el episodio en el capítulo de las esteras, celebrado en Pentecostés de 1221. Santo Domingo murió el 6 de agosto del mismo año. 2 ' H. FELDER, Die Antoníuswunder m1ch den alteren Quellen, Paderborn 1933. 24 Testimonia minora, 28-33.

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