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340 LÁZARO IRIARTE existente en Asís como en otras ciudades. Ante todo, estos menores, denomina– dos homines populi, no eran los pobres, sino la nueva clase de los burgueses que reclamaban la participación en la gestión pública. Sabemos el motivo concreto que inspiró la elección de Francisco: «Fue (Francisco) quien le impuso ese nombre en las circunstancias que a continuación se refieren: se decía en la Regla: "Y sean menores"; al escuchar esas palabras, en aquel preciso momento exclamó: "Quiero que esta fraternidad se llame Orden de Hermanos Menores"» (1 Cel 38). Es evidente la dependencia de Lucas 9,48; 22,26, y otros textos evangélicos. Sería un anacronismo suponer en Francisco, como también en otros promoto– res de los movimientos pauperísticos, alguna acción reivindicativa, ponerse al lado de los pobres contra los ricos. Fue precisamente la raíz simplemente evangélica de la opción de Francisco y de su diáfano testimonio los que hicieron que su mensaje encontrase aceptación en todas las clases sociales. Con la misma naturalidad con que aceptaba la hospitalidad en los palacios de los señores, se adaptaba a la condición de los pobres; pero éstos constituían su mundo. Escribió en la primera Regla: «Ydeben gozarse cuando conviven con gente de baja condición y desprecia– da, con los pobres y los débiles, y con los enfermos y leprosos, y con los mendigos de los caminos» (1 R 9, 2). Como la opción de Jesús, la de Francisco no es una opción de clase sino de condición; se trata de «seguir a Cristo en humildad y pobreza». Menos todavía fue una elección táctica en vista de una mayor eficacia en la predicación, como parece haya sido la de santo Domingo de Guzmán. Éste había llegado, acompañando a su obispo Diego de Osma, a Francia meridional en 1205, con ocasión de la preparación de la cruzada contra los albigenses. En un viaje a Roma expusieron a Inocencio III su contrariedad por el recurso a la violencia contra los herejes: era preciso emplear los mismos medios que a ellos les daban éxito: la predicación y la sinceridad cristiana de la vida. De regreso a Languedoc, Domingo trabajó con sus compañeros «predicadores» en la con– versión de los herejes por el camino de la persuasión; pero los frutos eran escasos. Entonces dio el paso fundamental de adoptar la vida en pobreza, sin posesiones ni rentas fijas, viviendo de limosna. Así lo determinaban las prime– ras constituciones elaboradas en 1220. 21 Según la tradición franciscana, esta decisión la habría tomado Domingo des– pués de una estancia en Asís en 1216-17, durante uno de sus viajes a Roma para la 21 M. H. VICAIRE, Histoire de St. Dominique, 2 vols., París 1957; V. D. CARRO, Domingo de Guzmán. Historia documentada, Guadalajara 1973.

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