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FRANCISCO DE ASÍS ANTE LOS MOVIMIENTOS EVANGÉLICOS DE LA ÉPOCA 339 En contraste con la codicia y la ambición de su padre, Francisco, antes de la conversión, tuvo del dinero un concepto relativo; para él sólo contaba en función del disfrute de la vida. Durante su proceso penitencial, como hemos visto, Dios le llevó gradualmente a la decisión de prescindir del dinero en su vida, primero cuando se convenció de que no era necesario para llevar a cabo la orden del Crucifijo, y después cuando escuchó el Evangelio de la misión, donde Jesús manda a sus discípulos sin bolsa: «ni oro ni plata ni calderilla,, y sin provisiones para el viaje. Convertido en fundador, pasó de la experiencia personal a la colectiva de la pobreza total. Según la acepción franciscana la vida pobre no es una elección de valor primariamente ascético, sino una condición inherente al seguimiento de Cristo y a la vida fraterna. Francisco nunca se refiere al modelo clásico de la primera comunidad cristiana, en el cual se inspiraba la vita comrnunis de las órdenes que seguían la Regla de san Agustín, sino que siempre tiene en la mente al grupo de Cristo y de los apóstoles, pobre incluso corno colectivo. La inseguridad es inherente a la pobreza evangélica. Al comienzo, Francisco y sus compañeros se identificaban ante la gente como Penitentes de la ciudad de Asís (TC 37). Pero, debiendo encontrar una denomina– ción que respondiera a su específico ideal de vida evangélica, vino a sus mentes la de «Pobres Menores». Pero a Francisco no le gustó, quizá para evitar ser relaciona– dos con los grupos que se autodefinían «pobres», con frecuencia sospechosos de herejía, porque, como interpreta el cronista contemporáneo Burcardo de Ursperg, «a menudo la envoltura de un nombre demasiado humilde puede producir vanagloria y que, escudándose en el nombre de la pobreza, muchos que lo llevan fraudulentamente, luego alegan el pretexto de superioridad orgullosa ante Dios>>. El nombre elegido fue el de Hermanos Menores.w Francisco estaba convencido de que la pobreza está bien garantizada en un clima de sinceras relaciones fraternas y de espíritu de servicio mínorítico, ya en el interior de la fraternidad, ya «andando por el mundo». Intuía, en cambio, que, con el tiempo, como de hecho sucederá en la Orden, la pobreza podía convertirse en una bandera para enarbolar más que en una condición de vida. Acostumbrados a interpretar las vicisitudes de la historia moderna tenien– do como clave la lucha social y, en nuestros días, la teología de la liberación, corremos el riesgo de proyectar sobre el medievo la misma perspectiva y atribuir a las opciones evangélicas de hombres como Pedro Valdo y Francisco de Asís una motivación de signo político, de reacción clasista. Algún historia– dor, por ejemplo, ha querido ver en el nombre de Menores, querido por Francisco, una opción en referencia al conflicto entre los mayores y los menores 2" Testimonia minom, ed. cit., 18.

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