BCCCAP00000000000000000001492

FRANCISCO DE ASÍS ANTE LOS MOVIMIENTOS EVANGÉLICOS DE LA ÉPOCA 337 Francisco está considerado como el verdadero fundador de la Orden de Penitencia, que más tarde recibirá el nombre de Tercera Orden y actualmente conocida por Orden Franciscana Seglar. No fue él quien le dio existencia como institución, pero ciertamente nació del fermento evangélico por él suscitado. El humus, por así decir, de esta proyección seglar del franciscanismo está constituido por numerosos grupos de hombres y mujeres que, como se ha dicho, constituían lo que vino a ser denominado Ordo Poenitentium, o sea, un estado intermedio entre los laicos y las personas consagradas, clérigos y religiosos. Francisco los tiene presentes en la bella enumeración que hace de los componentes del pueblo de Dios en la Regla no bulada (23, 7). El impulso de renovación evangélica provocado por la predicación de Francisco y de sus hermanos comunicó una nueva vitalidad a estos núcleos ya existentes. Pero el verdadero influjo franciscano sobre el laicado fue más bien ejercido de forma directa sobre las personas y sobre las familias, un verdadero movi– miento seglar. Escribe el primer biógrafo: ,,Por todas partes resonaban himnos de gratitud y alabanza, tanto que muchos, dejando los cuidados de las cosas del mundo, encontraron, en la vida y en la enseñanza del beatísimo padre Francisco, conocimiento de sí mismo y aliento para amar y venerar al Creador. Mucha gente del pueblo, nobles y plebeyos, clérigos y legos, tocados de divina inspiración, se llegaron a san Francisco, deseosos de militar siempre bajo su dirección y magisterio. Cual río caudaloso de gracia celes– tial, empapaba el santo de Dios a todos ellos con el agua de sus carismas y adornaba con flores de virtudes el jardín de sus corazones. ¡Magnífico operario aquél! Con sólo que se proclame su forma de vida, su regla y doctrina, contribuye a que la Iglesia de Cristo se renueve en los fieles de uno y otro sexo y triunfe la triple milicia de los que se han de salvar. A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el estado de cada uno» (1 Cel 37). Más explícito, si se quiere, es el testimonio de los Tres Compañeros, que precisan que se trataba de «hombres y mujeres casados, a quienes la ley matrimonial impedía separarse, se dedicaban, por saludable consejo de los hermanos, a una vida de austera penitencia en sus mismas casas»; y añaden que la nueva Orden de Penitencia «fue confirmada en su momento oportuno por el sumo Pontífice» (TC 60).17 Algunos historiadores ven, con K. Esser, en la Carta de Francisco a los fieles una exhortación a los hermanos y a las hermanas de penitencia. En tal caso se deberá atribuir al santo una conciencia y una responsabilidad de verdadero 17 L'Ordine della Penitenza di san Francesco d'Assisi nel seco/o XIII. Tres reuniones de estudios franciscanos, Roma 1973.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz