BCCCAP00000000000000000001490

120 JULIO MICÓ, OFMCAP fortalecimiento a medida que la Fraternidad fue incorporándose al entramado general de la reforma de la vida religiosa que el Papa estaba llevando a cabo. La actitud de Francisco ante la Curia está condicionada por la necesidad de relacionarse con ella, debido a su condición de animador y cabeza del grupo franciscano. La aprobación del Proyecto de vida abría de una forma más realista la comunicación entre el Francisco fiel a la Iglesia y al Papa y a los Cardenales que la dirigían. Las relaciones con el Papa, por motivos obvios, no pudieron ser de gran calado, pero con algunos Cardenales -Juan de S. Pablo y, sobre todo, Hugolino- sí que entabló una amistad profunda que le permitió abrir su intimidad y emiquecerse acogiendo la que ellos le ofrecían. La amistad con Hugolino se fraguó a partir de ia ayuda burocrática que le prestó el cardenal para organizar la naciente Fraternidad. Pero además de estas relaciones burocráticas -y tal vez a pesar de ellas y de sus temperamen– tos tan opuestos- existía una profunda amistad que les permitió enriquecerse mutuamente sin tener, por ello, que renunciar a sus convicciones más profun– das y aunque tuvieran que ceder en muchas de sus apreciaciones. Francisco veía en Hugolino al hombre capaz de ayudarle a cristalizar en la Iglesia, aunque de manera un tanto dolorosa, la forma de vida evangélica que el Señor le había inspirado. Hugolino, sin embargo, admiraba en Francisco al santo capaz de encarnar en su vida el Evangelio que la curia pretendía prote– ger con su ordenación jurídica. Uno y otro pretendían favorecer la vivencia del Evangelio en la Iglesia, y ambos tuvieron que ceder en sus respectivos puntos de vista para que la Fraternidad pudiera seguir viviendo referida al Evangelio y dentro del seno eclesial. Francisco, como hombre de Iglesia, mantuvo siempre una buena relación con toda la jerarquía. Si aceptó con normalidad la democratización del poder civil, integrándola en la Fraternidad, nunca desacralizó el poder de la Iglesia; de ahí que aceptara, sin crítica de ningún tipo, la autoridad de la jerarquía como algo natural e incuestionable. Por eso mantuvo siempre, aunque le costara lágrimas, ese diálogo difícil con la jerarquía, reportándole la satisfac– ción de poder vivir dentro de la Iglesia el Evangelio de nuestro Señor Jesucris– to que otros grupos intentaron pero no pudieron conseguir. 10. EL DIALOGO COMO EVANGELIZACIÓN El encuentro de Francisco con los sarracenos es una historia rodeada de ambigüedad, hasta el punto de producir una leyenda: Francisco intuye con originalidad el nuevo estilo de relaciones que en aquel momento convenía

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz