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118 JULIO MICÓ, OFMCAP do se entiende la gente... y los lobos. Francisco, otra vez, hace de «puente» entre dos posiciones irreconciliables; y es que confía en el diálogo no como un talismán, sino como un medio, si se ponen las condiciones necesarias, de llegar a un entendimiento en que las dos partes queden satisfechas. Estos dos ejemplos de la naturalidad con que Francisco se relacionaba con la naturaleza tienen su motivación en el modo de entender el santo la función de estas criaturas dentro del cosmos creado por Dios. Para Francisco, las criaturas son las mensajeras que nos desveian y comunican no sólo las bonda– des del Creador sino también su proyecto sobre nosotros. A través de ellas Dios nos habla y se nos comunica para que a través de nuestra respuesta vayamos madurando como personas. Glosando esta visión del santo, el Papa comenta que «el mundo, las cosas, son también una palabra, un mensaje enviado a los hombres. Y a este mensaje debemos responder. Su existencia es un diálogo no sólo con sus semejantes, sino también con su mundo, cuyo lenguaje nos parece unas veces gozoso y otras incluso oscuro y ambiguo. Quien conserva todavía el don de creer que el mundo se debe al Verbo creador de Dios y que en él está el Verbo de Dios dirigiéndose a los hombres, es conducido por su sentido de responsabilidad ante el mundo a un diálogo con Dios». Sin haber estudiado los procesos de la naturaleza, Francisco capta a través de la vida espiritual que todo viviente debe ser respetado, favorecido y amado. Aunque el hombre puede usar de las demás criaturas, no lo puede hace en contra del propio bien y el de sus vecinos, lo cual significa que no pueden usarse en contra de la voluntad de Dios expresada en su naturaleza. Este respeto por las criaturas, gracias a lo cual puede hablar con ellas, lleva a Francisco a un uso solidario de los medios que la naturaleza nos ofrece. El desarrollo sostenido del que tanto se habla hoy es el que motiva a Francisco para llevar una vida austera donde el goce no se relaciona con el dominio de las criaturas sino con la capacidad de entrar en relación con ellas mediante un diálogo en el que se nos ofrecen enriqueciéndonos con su entrega. La austeri– dad luminosa y alegre que acompaña su vida, crea el ambiente propicio para que se dé el encuentro con toda la creación dentro de la armonía querida por el Creador. 9. EL DIÁLOGO DIFÍCIL: LA lGLESIA Una faceta importante del diálogo en Francisco se desarrolló en su relación con la lglesia. Aunque los estudiosos la han difractado en dos posiciones extre– mas --el Francisco rebelde y el Francisco sumiso- la verdad es que su obediencia reverencial a la Iglesia como institución y su rebeldía ante una vivencia del

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