BCCCAP00000000000000000001490

EL DIÁLOGO EN FRANCISCO DE ASÍS 113 los guiones de las películas que se han hecho sobre Francisco, ya que puede haber una amistad auténtica entre un hombre y una mujer sin necesidad de que intervenga lo erótico. Pues bien, la de Clara y Francisco parece que fue así. El diálogo o relación con Clara cumple aquí con todos los requisitos para que se produzca un encuentro fecundo. Clara se abre a Francisco desde el respeto; no sólo acepta su persona sino todo lo que Dios hace y dice en él; es decir, que le acepta sin condiciones y sin quitar nada de lo que Dios quiere hacerle y decirle a través de él. En cuanto a Francisco, compromete toda su persona en ayudarle a encon– trar su vocación y a permanecer fiel en ella, sabiendo que no se trata de configurarla a su manera sino respetando la acción del Espíritu que trabaja en su consolidación vocacional. Mutuamente se reconocen como un regalo del Señor en el que se hace presente para clarificar y fortalecer el proyecto evangé– lico que ambos han emprendido. Clara con su Forma de Vida expresa femeninamente y desde una vida contemplativa, lo que el Espíritu quiso decir y mostrar en Francisco, pero de un modo propio. La fecundidad de un diálogo que llega a la amistad se expresa en esta forma complementaria de vivir el mismo carisma, fecundidad avalada por una tradición de 8 siglos en que tanto los Hermanos Menores como las Hermanas Pobres han sabido continuar esta relación tratando de vivir el mismo carisma evangélico desde dos vertientes complementarias. Sin embargo la relación entre Francisco y Clara presenta un interrogante: ¿Se fue enfriando progresivamente o fueron las circunstancias las que aconse– jaron mantener esa amistad desde la distancia? Es significativo el cambio en las relaciones no sólo de Francisco y Clara sino de los Hermanos Menores y las Hermanas Pobres. Las Florecillas nos hablan de una relación espontánea y sencilla (Flor XV) que, con el tiempo se va distanciando hasta llegar al famoso mimo del círculo de ceniza (2 Cel 207); actitud que se refleja de una forma legal en la Regla (2 R 11) y cuya justificación pone Celano en boca de Francisco: «No creas que no las amo de veras. Pues si fuera culpa cultivarlas en Cristo, ¿ no hubiera sido culpa mayor el haberlas unido a Cristo? (... ) Pero os doy ejemplo para que vosotros hagáis también como yo hago. No quiero que alguno se ofrezca espontánea– mente a visitarlas, sino que dispongo que se destinen al servicio de ellas a quienes no lo quieren y se resisten en gran rnanera: tan sólo varones espirituales, recomendables por una vida virtuosa de m'ios» (2 Cel 205). Pero no termina con esto la serie de relatos conducentes a mostrarnos la postura del Santo con relación a las Clarisas. El gesto simbólico del canto del l\-1iserere en medio de la ceniza es una invitación a las monjas para que acepten

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz