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EL BELLO TRÁNSITO DE CLARA 7. Clávame tus ojos bellos (Letrilla para evocar aquel Domingo de Ramos) Clávame tus ojos bellos, dulce Jesús enclavado, clávalos dentro del pecho, que el corazón yo te he dado. Amores de Asís perdí por otro amor conquistada, juglares de cortesía adiós os dice mi alma; son dieciocho primaveras que a esta doncella engalanan, adiós, donceles garridos de San Rufino en la plaza; a ti, Jesús, mis cabellos: clávame tus ojos bellos. Clávame tus ojos bellos, dulce Jesús enclavado, clárnlos dentro del pecho, que el corazón yo te he dado. Cuando la vida es sonrisa, otra sonrisa buscaba; el pordiosero en la puerta algo de ti me mostraba y más yo de ti quería: tenerte como la amada, de día y noche contigo, de todo afán despojada, amor de Dios humanado: dulce Jesús enclavado. Clávame tus ojos bellos, dulce Jesús enclavado, clávalos dentro del pecho, que el corazón yo te he dado. A oscuras me fui de noche donde Francisco velaba, y en el altar de la Virgen dejé mis trenzas cortadas. ¡Qué libre y feliz me vi como pobre consagrada, qué anchura en el universo contemplado en mi atalaya! Desde la cruz que es tu lecho clávalos dentro del pecho. Clávame tus ojos bellos, dulce Jesús enclavado, clávalos dentro del pecho, que el corazón yo te he dado. Y así respiro la vida que se respira en tu aura, tu frente cae hacia al mundo, tu sangre de amor nos baña. Oh valeroso Señor, rendido en una montaña, cuando despiertes, contigo iremos todos al alba. Y en tanto velo a tu lado, que el corazón yo te he dado. Clávame tus ojos bellos, dulce Jesús enclavado, clávalos dentro del pecho, que el corazón yo te he dado. 435 Fr. Rufino María Grández, OFMCap
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