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434 RUFINO M. GRÁNDEZ, OFMCAP Es Pascua en esta celdilla que Clara se está muriendo; sean de gozo las lágrimas, porque es el Tránsito y premio. Y o soy hermano Rainaldo y a las hermanas confieso; y a la madre, reverente, también le doy mi consejo. «Que sepas, querido hermano, que hubo un día del encuentro, y desde entonces Francisco fue mi senda de Evangelio. Y no hubo tristeza o pena que hiciera mella en mis huesos; no hubo dolor que no fuera por Jesús dulce sustento.» Es Pascua en esta celdilla que Clara se está muriendo; sean de gozo las lágrimas, porque es el Tránsito y premio. 6. ¡ Vete, alma mía, segura! (Letrilla en torno al Tránsito de santa Clara) Vete, alma mía, segura a la morada de Dios, desata las ataduras, que el tiempo ya se cumplió. ¡ Vete alma mía, segura! A bodas están llamando ya el Esposo se adornó; vírgenes hacen cortejo y vienen para esta unión. ¡ Vete alma mía, segura! Traen coronas preciosas, María, de más valor. La Reina ya se ha inclinado con su abrazo me envolvió. ¡ Vete alma mía, segura! Dios te llamó de la nada y por amor te creó, y derramó su hermosura, te miró y santificó. ¡ Vete alma mía, segura! Como madre con su niño, mi Dios se me enterneció. Bendito, que me creaste, oh mí dulce Creador. ¡Vete alma mía, segura! Tu hora, mi Dios, es mía, dispuesta, mi Dios, estoy: y eternamente soy tuya para alabanza y amor. ¡Vete alma mía, segura! Amén.
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