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232 JULIO MICÚ casos, 129 y las posteriores de Gregorio IX las amplían.13°En cuanto a las Órde– nes, la del Espíritu Santo los tiene en cuenta en la legislación, 131 así como los Cistercienses 132 y los Dominicos. 133 Estas dificultades para la entrada en Reli– gión de los matrimonios jóvenes se refleja también en el Anónimo de Perusa (AP 41), lo cual indica el ambiente que existía entre los casados de abandonar el matrimonio para entrar en alguna Orden. 134 Más allá de estas normas jurídicas, la renuncia al matrimonio y a la familia es una exigencia para seguir a Jesús en completa libertad. Así lo entendieron y practicaron los carismáticos ambulantes que formaron el Movimiento de Je– sús, 135 y así lo entendieron también los Movimientos pauperísticos medievales. Además de ser una tradición que acompañó siempre a la vida religiosa en los Movimientos itinerantes, parece que se ve con mayor claridad esta superación del matrimonio como disponibilidad al seguimiento itinerante de Cristo. De hecho Francisco lo toma en la Regla de 1221 como uno de los niveles de desprendimiento para poder «seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo» (1 R 1, 4). d) Renuncia a los bienes Dentro del proceso de desprendimiento, a la renuncia al matrimonio para los casados sigue la renuncia a los propios bienes. Los Ministros no tienen, en este caso, que esforzarse para buscar motivaciones que convenzan a los candi– datos; les basta co11 repetir las palabras del Evangelio: «que vayan y ·verldan todo lo suyo y procuren distribuírselo a los pobres». Todos los biógrafos narran la decisión de plasmar la Fraternidad, a raíz de la llegada de Bernardo, sobre la base de esta cita evangélica de Mateo 19,21: «Si quieres ser un hombre logrado, vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza; y, anda, sígueme a mí.» 136 Con toda seguri- 129 Decret. c;rat. c. 22.23, C. XXVII, q. 2. iw Dccret. Gregorio IX, c. 4, III, 32. 131 l\t11GNE, PL 217, 1.150. 132 NIIGNE, PL 166, 1.482. 13 ' Santo Domingo de Guzmán, 749. 131 C"o1no ejen1plo. vale lo que nos dice (~elano en la Leyenda de Santa Clara: Escritos de Santa Clara, ed. I. ÜMAECHEVARRIA, Madrid 1970, 139. 1:1 5 Cf. G. THEISSEN, Sociología del movimiento de Jesús. El nacimiento del cristianismo primitivo, Santander 1979, 16 s. 136 TC 29; 1 Cel 24; 2 Cel 15; LM 3, 3.
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