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236 JULIO MICÓ mos admitir a alguien a la profesión de vuestra Orden, si antes no ha hecho el año de probación.» 147 Inocencia III escribía al Ministro de los Trinitarios para que, si alguno quería ingresar en la Orden, sirviera en el convento al Señor durante un año, a expensas suyas, excepto la comida. Si, pasado ese tiempo, pareciera bien al Ministro; a los hermanos y al mismo postulante, -podría ser recibido. 148 El noviciado formaba parte de las estructuras monásticas, aunque había también otros Movimientos, como los Valdenses, que exigían un largo noviciado y la profesión de los votos a los miembros más comprometidos. Por ello, mientras la Fraternidad se mantuvo como Movimiento, empleó la forma de ingreso libre sin ningún tipo de pruebas, cosa que no se pudo mantener al organizarse posteriormente en Orden religiosa. En cuanto al contenido de este año de noviciado, sabemos muy poco. Seguramente no residían en la misma «casa de formación», sino que estaban distribuidos indistintamente por los conventos bajo la responsabilidad de un hermano. Jordán de Giano cuenta en su Crónica que, debido a la escasez de sacerdotes, un sacerdote novicio. tenía que celebrar la misa y confesar a los hermanos de Spira y Worms en las grandes solemnidades (Crónica 28). Esto parece indicar que, si bien no se les aislaba por completo, se reducía al máximo su actividad en el exterior. Lo único que les distingue de los hermanos profesos es alguna pequeña modificación en el hábito. Se tiene la delicadeza de concederles dos túnicas, aunque sin capucho, en vistas a su condición de principiantes. En vez del capucho usarán el «caparán» o capotillo, especie de manto corto que servía también para cubrirse la cabeza. Por eso Eccleston cita el ejemplo de un novicio que traía a su casa, metidas en el caparán, las limosnas que había recibido. 149 La institución del noviciado, aunque constata la desaparición de un méto– do de formación por contacto directo con la vida, resultaba necesario para garantizar un mínimo de organización en la Fraternidad. 147 Cronistas franciscanos, 255. 148 Enchiridion de Statibus Perfectionis, Romae 1949, 41. 149 Cronistas franciscanos, 83.

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