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SEMBLANZA DEL P. LÁZARO IRIARTE (1913-1997) 273 articulado a cuya observancia nos queremos comprometer un grupo de idealistas, los que se han dado en llamar "masonería blanca"; sólo nos falta la bendición de V. R. para comenzar a practicarlo con todo rigor. -Lo teníamos preparado desde hace un año, pero pareció poco prudente implantarlo antes del Capítulo. -Como verá, no se trata de ningún plan revolucionario, sino sólo de obligarnos a ser lo que somos, previniéndonos con un compromiso mutuo contra nuestra misma fragilidad y contra el ambiente. -Para mí ade– más responde a una preocupación nacida de mi experiencia de estos años de educador: muchos de los Padre jóvenes salen del Colegio con grandes ideales, pero después, aislados y faltos de móviles fijos, ceden con facilidad al ambien– te de las comunidades y al criterio poco sobrenatural que se tiene sobre nuestra vocación capuchina (. .. ). -Recibida la aprobación de V. R., formaremos la primera lista de unos quince, que luego presentaré a V. R. Naturalmente que nos agradaría encabezarla con el nombre de nuestro padre Provincial y de algunos de los prohombres de la Provincia ... » El proyecto se puso en marcha y el grupo fue editando un boletín interno de mutua animación espiritual: In melius. No lo conocemos, pero hermanos que vivieron estos sinceros fervores podrán recordar tales cosas con agrado. El padre Lázaro aparecía austero y hierático en su porte, y de pronto creaba cierta distancia, muy en contra de sus íntimos quereres. Nada extraño que en corrillos hubiera surgido el mote de «El Ciprés». Además sucedía que cuando el padre Lázaro hablaba, de repente tenía una síntesis magisterial sobre el tema, y eso imponía. Pero cuando en círculos menores se apeaba de su pose de padre Director -o acaso simplemente de aquel Romualdo serio y responsable que también llevaba dentro- se le escapaban sin afectación la sencillez y la ternura que eran la masa de su alma. He aquí una estampa de ese su corazón impregnado de ternura. El año 1946 fallecía a los 23 años, tras una operación urgente, fray Rafael de Ceánuri con un desenlace acelerado. El padre Lázaro se lamentaba y desahogaba sollozando ante el cadáver: «Pero fray Rafael ¡qué te hemos hecho, qué te hemos hecho!» Nos recordaba la escena con emoción, un compañero de curso del difunto, el padre Santiago de Sangüesa, fallecido hace pocas semanas. NUEVAS OPCIONES El año 1951 se incorporó al claustro el nuevo doctor en Historia, padre Tarsicio de Azcona, a quien el padre Lázaro cedió todas las clases en esta materia. El padre Lázaro era ya un veterano profesor y había tecleado centena– res de páginas de sus explicaciones de historia franciscana. Tuvo la feliz idea de pensar en un libro escolar para el estudio de nuestro pasado y patrimonio,

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