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272 RUFINO M. GRÁNDEZ Colegio de Teología con todo su recio empuje. «Sic luceat lux tua coram hominibus ut videant opera tua bona et glorificent Patrem vestrum qui in caelis ets», le había escrito el general, padre Donato de Welle, en una estampita de san Francisco, cuando el laureado fue a pedirle la bendición de despedida. Hemos sabido, bien es verdad, que la misma sentencia de Mt 15,16 la escribía el padre General a otros estudiantes. Tuvo una acogida ferviente entre los coristas. Ypronto se formó una cierta simbiosis entre el formador que venía dispuesto a todo y el Colegio que lo admiraba. Era director el padre Ricardo de Lizaso, que un trienio después, en 1945, sería elegido ministro provincial. Entonces el padre Lázaro, el más joven del claustro, fue nombrado director del Colegio. El padre Lázaro había entrado en el Colegio desde el principio con pie firme y como labor más destacada aparecía la promoción de las academias: academia misional, la niña de sus ojos desde antiguo, junto con la academia franciscana; pero había también una academia social. La revista colegial Studium, que cada vez se presentaba mejor como digna revista de un teologado, es testigo de estas actividades. Y lo será también la revista Vértice, atalaya de los vuelos poéticos de nuestros estudiantes. Las asignaturas que impartió fueron Historia, Patrología y Espiritualidad, con sus diversas modalidades. El año 1948 hubo capítulo provincial. Un malestar había cundido en el Colegio. El director padre Lázaro escribió una carta a los nuevos superiores que habían de salir del capítulo. Informaba y ponía su cargo a disposición de los mismos; sugería que, de no ser reelegido provincial, el padre Ricardo podía ser la persona más indicada para regir el Colegio. Los estudiantes, por su parte, escribían otra carta o manifiesto al capítulo, haciendo un repaso abierto de la situación malsana y pronunciándose con un «sí» cordial por el padre Director. «Toda su vida es para el Colegio; no escatima sacrificio alguno en pro de nuestra formación integral; para todos es el padre bueno lleno de bondad. Los colegiales estamos contentísimos de él y muy honrados de tenerlo a nuestro servicio.» Se ve que había un sector antilazarista, en d cual destacaban los padres graves de la comunidad. El padre Ricardo no fue reelegido provincial y volvió como Director al Colegio, pero al final de este trienio 1948-1951, el padre Lázaro tomaría de nuevo las riendas hasta su traslado de Pamplona-Extramuros (1948-1951). Un proyecto muy delicado surgió en este nuevo arranque, poner en mar– cha, por vía de amistad en un grupo fervoroso, un compromiso de fidelidad, de seriedad, en la vida capuchina. Escribe así al padre Provincial, Florencio de Artabia, con fecha de 17 de marzo de 1949: «Después de muchas vacilaciones y de encomendar el asunto al Espíritu Santo, me he decidido a presentarle este

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