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·SEMBLANZA DEL P. LÁZARO IRIARTE (1913-1997) 271 Fray Lázaro vivió el espíritu de la cruzada con el fervor que se apoderó de la mayoría; la causa patriótica era, frente a otra alternativa, la causa de la fe. Desde las altas esferas de la autoridad ésta era la tesis, hoy demasiado simple, pero entonces suficientemente comprensible por la atmósfera que se respiraba, una tesis avalada, sobre todo, por las huestes de mártires que iba produciendo el enfurecido anticlericalismo. A fray Lázaro no le tocó prestar servicios en el frente; le bastó servir a la patria en calidad de sanitario en el Hospital de Sangre Emilio Mola, en que se había transformado nuestro Colegio de Lecároz. Allí sirvió cuatro temporadas sin que estas ausencias le obligaran a perder ningún curso del cuatrienio teológico. PRIMERA MISA Y ESTUDIOS EN LA GREGORIANA Llegó la ordenación sacerdotal. La abuelita, la soñada madrina, que había vivido para este día, no pudo estar presente por una enfermedad pasajera. Es importante destacar -a mi parecer- la marca sacerdotal de la vida del padre Lázaro, si queremos ser fieles a su historia. Como impulsor de los estudios franciscanos fue ciertamente un abanderado de la fraternidad, pero también se sintió sacerdote hasta la médula, en sí mismo, y como educador en Pamplona, como «forjador de sacerdotes». En sus estudios universitarios fue acogido con alta estima por el padre Pedro de Leturia, S.I., uno de los iniciadores de la Facultad de Historia, que vio en él a un investigador de talla. Las calificaciones fueron brillantes; summa cum laude en Licencia. Entre los licenciados con esta nota se sorteaba la medalla de oro, distintivo que obtuvo el padre Lázaro de Aspurz. Lo mismo un summa cum laude a la hora de la defensa de la tesis en 1942, cuyo director fue el padre Leturia. Sabemos que en la familia se recibían estos triunfos con inmensa alegría. El premio mejor fue, sin duda, la publicación en Espasa-Calpe del trabajo doctoral por el Consejo de la Hispanidad pocos años después: La aportación extranjera a las Misiones Espa1folas del Patronato Regio (1946). En esta tesis confluían dos partes del alma del padre Lázaro: sus dotes de investigador y su espíritu misionero. Los trabajos fueron continuados en otra obra de inspiración similar: Redín soldado y misionero (1597-1651). También sobre temas históricos misionales publicó otros trabajos menores en sus años de formador en Pamplona, como puede verse, por ejemplo, en algunas colabo– raciones de Miscelánea en el Boletín de la Provincia. FORJADOR DE SACERDOTES CAPUCHINOS EN PAMPLONA (1942-1963) El padre Lázaro, que venía de la Urbe con la aureola de su tesis, entró en el
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