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268 RUFINO M. GRÁNDEZ Tras la enseñanza primaria impartida en el pueblo, ingresó a los 13 años en el Seminario Seráfico de Alsasua (Navarra), donde cursó cinco años de huma– nidades (1926-1931); de aquí pasó al noviciado de Sangüesa, profesando el 15 de agosto de 1932. Siguió la carrera sacerdotal con un trienio de filosofía y ciencias en el convento de Fuenterrabía (1932-1935) y la concluyó con el cuatrienio teológico en Pamplona (1935-1939). Emitió la profesión perpetua en Pamplona el 18 de diciembre de 1937, y recibió la ordenación sacerdotal en Pamplona el 9 de abril de 1939. Destinado a cursar la carrera de Historia eclesiástica en la Universidad Gregoriana, pasó en Roma tres años (1939-1942), y defendió la tesis doctoral el 30 de junio de 1942. Acto seguido se incorporó al claustro de profesores del Colegio de Teología de Capuchinos en Pamplona donde residió veintiún años consecutivos, de los cuales quince fue Director del Colegio (1945-1948. 1951- 1963). Fue definidor provincial en dos trienios (1957-1963). En 1963 fue designado Maestro de novicios para el noviciado de Sangüesa, cargo que desempeñó dos años (1963-1965), habiendo sido llamado entonces a Roma como Rector del Colegio Internacional de la Orden, que lo fue durante cinco años (1965-1970). En el capítulo general de 1970 fue elegido definidor general (1970-1976). Con el comienzo de este sexenio se instituyó en la Orden el Oficio de Asistencia a las Monjas Capuchinas, siendo encargado del mismo el padre Lázaro (1970) y en esta tarea permaneció hasta finales de 1989, casi veinte años. El 19 de mayo de 1984 fue nombrado ad quinquenium, consultor de la Congregación de las Causas de los Santos, cargo que le fue renovado por otro quinquenio. El 11 de octubre de 1988 recibió obediencia para trasladarse del Colegio internacional al convento de Frascati, destino que duró hasta su muerte acaeci– da el 10 de diciembre de 1997. Fue sepultado en el cementerio Verano de Roma en la torre cercana a la basílica, en cuyo dintel se lee Sepulcrum capuccinorum. * * * Contemplando la vida del padre Lázaro cuando todo está consumado, podemos verla ahora con un sentido providencial de los acontecimientos como un itinerario en tres tramos que llevan hasta el final un designio divino. La primera fase abarca de la infancia hasta el término completo de sus estu– dios: una vocación y un camino (1913-1942). La segunda fase comprende sus años de formador en la provincia (1942-1965). La tercera tiene este nombre: misión desde Roma (1965-1997). Con este esquema subyacente damos curso a nuestro relato.
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