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288 RUFINO M. GRÁNDEZ Del repaso de ese registro repleto, al que sin duda se podrán añadir algunos complementos, se aprecia que en la trayectoria del padre Lázaro van estrechamente unidos los temas de los libros y la vida. Era la vida la que le impulsaba a escribir, desde que comenzó con su Manual de Historia Franciscana, y eran luego los mismos libros los que volvían a la vida. AL SERVICIO DE LOS SANTOS EN LA IGLESIA El padre Lázaro aquí en la tierra vivió la comunión de los santos, entre otros modos, leyendo vidas ejemplares, preparando informes y estudiando tenazmente si esos «siervos de Dios» tenían o no categoría de altar, en cuanto estas cosas son estudiables aquí abajo ante los ojos del buen Dios. Con el deseo de saber los trabajos realizados por nuestro hermano en esta santa tarea, escribimos a la Congregación -y aun nos presentamos allí-, pidiendo infor– mes, salvado el secreto que reina en estas materias. Se nos dijo que no nos podían dar, por la dicha razón, los nombres de las causas en las que él había intervenido con su voto. Un voto en este caso no es el sí o el no que se pronuncia en la sesión cardenalicia, sino el estudio pertinente que uno entrega para avalar su aceptación o negativa del asunto presentado. El padre Lázaro, con billete de la Secretaría de Estado, fue nombrado consultor para las Causas de los Santos el 19 de mayo de 1984 ad quinquenium, y expirado el plazo le fue renovado por otros cinco años, por tanto hasta 1994. No sabemos con exactitud en cuántas ocasiones intervino. Al parecer, el año 1993 dio su voto en seis causas. Y en otras notas sueltas, sin determinar fechas, dice: Votos dieciocho. Del Secretariado de la Congregación de los Santos recibimos esta anota– ción: «El trabajo del Rvdo. P. lriarte ha dejado un grato recuerdo en este Dicasterio, por la seriedad y competencia con que lo realizaba» (7 febrero 1998). TIERRA ADENTRO Cada cual lleva adentro su pena y su alegría, que como dice una vieja sentencia de la Escritura: «El corazón conoce su propia amargura, y con ningún extraño comparte su alegría (Pro 14, 10). ¿Cuáles fueron los últimos sentires de este hombre cuya vida recordamos con elogio y afecto? ¿Cuáles fueron sus taras y traumas, sus miedos, sus victorias, sus preferencias ..., en una palabra, sus amores y temores? Es mucho preguntar, y respetuosamente no sabemos responder.
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