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EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 217 Si el recurso a la limosna, en caso de necesidad, estaba apoyado en un derecho de justicia hacia los pobres, la mendicidad era un servicio, una activi– dad espiritual que repercutía tanto en el que la daba, como en el que la recibía. Por eso Francisco subraya que los hermanos ocupados en pedirla, no sólo tendrán una recompensa grande, sino que ofrecen esa misma posibilidad de conseguirla también a los donantes (1 R 9, 9). Esta última idea viene repetida en la Carta a los Fieles, donde se les exhorta a tener caridad, humildad y hacer limosnas (2CtaF 30 s.). Como se puede apreciar, tanto el dar como el recibir limosna están dentro de un contexto religioso en el que Cristo y el Evangelio se perciben como pobreza radical. Aunque la mendicidad se condiciona a la remuneración del trabajo (1 R 7, 7 s.), se da por supuesto que tal actividad entra en las ocupaciones de los hermanos. Pero a medida que la Fraternidad se va instalando en conventos y abandona el trabajo manual, la necesidad de la limosna se hace más imperiosa, hasta convertirse en el principal medio de subsistencia. La Regla bulada, aunque permite recibir lo necesario a cambio de trabajo, no lo relaciona con la mendicación. Ésta parece haber adquirido ya tal carta de naturaleza que no se le puede tratar como medio subsidiario. Por eso se aborda simplemente su raíz evangélica en la ejemplaridad de Cristo para animar a los hermanos a vencer la vergüenza que les causa la mendicación. 283 El Testamento vuelve a relacionarla con el trabajo, diciendo que solamente «cuando no nos den la paga del trabajo, recurramos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta» (Test 22); pero ya era una utopía pretender volver a los orígenes. Las limosnas que se hacían a los frailes ya no eran por una prestación laboral sino ministerial, así que el mantenimiento de una Orden sin recursos propios se confiaba a la caridad de los fieles. La perfecta organización de la mendicidad se dio bastante pronto, y se advierte en los biógrafos del Santo el proyectar como una ocupación evidente lo que, al principio, era sólo esporádico (2 Cel 71.75; TC 38.55). herencia de los pobres, siempre acepté menos de lo que me tocaba, a fin de no lesionar el derecho de los otros pobres, pues hacer lo contrario es cometer un robo (LP 15); cf. S. DA CAMPAGNOLA, La povertil .. ., p. 242. 283 Cf. L. CAsun, Bettel und Arbeit, p. 239 s.

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