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220 JULIO MICÓ Indudablemente Francisco, con este ejemplo, no pretende forjar las relacio– nes fraternas sobre el cañamazo de las familiares. 289 La Fraternidad no es una familia en sentido natural, sino que se construye a partir de la llamada del Espíritu a seguir las huellas de Jesucristo según la forma del santo Evangelio,-2 90 de ahí que hable de hermanos espirituales. 291 Pero esto no quita que las relaciones entre los hermanos sean afectuosas y profundas. El término «espiritual» puede ser desvirtuado si se desliga del conjunto de la vida que llevaban los hermanos. Desprovistos de toda seguridad material con la que hacer frente a la vida, el único apoyo es el hermano que materialice la providencia y vigilancia de Dios sobre sus hijos. 292 En este fragmento se subraya lo que, en términos modernos, podríamos calificar de infraestructura de la Fraternidad. Un grupo no puede madurar espiritualmente si no dispone de ese ámbito afectivo que le permita experimentar lo que es el amor y la preocupación de unos para con otros. 293 La descripción que hace Celano, aunque un poco estereotipada, de la caridad que anima al grupo de los primeros compañeros manifestada en sus encuentros, dista mucho de ser un simple sentimiento espiritual. Allí se habla de besos y abrazos, risas y alegrías (1 Cel 38). Igualmente los Tres Compañeros habla del íntimo amor con que se amaban unos a otros y se ayudaban y daban de comer mutuamente como una madre a su hijo único. El amor que les unía era tan entrañable que les parecía lógico llegar, incluso, a dar la vida no sólo por el nombre de Cristo sino también por salvar a sus hermanos (TC 41). Como ejemplo de esta actitud traen la anécdota del fraile que, al ver a su hermano ser apedreado por un loco, no duda en ponerse delante con el fin de parar con su cuerpo las piedras (TC 42). La Regla de 1221 quita a estas noticias toda falsa sospecha de ser entendi– das como cándidas «florecillas». Al hablar en el capítulo VII de la afabilidad con que deben acoger a todo tipo de personas, les advierte que «dondequiera que estén o en cualquier lugar en que se encuentren unos con otros, los hermanos deben tratarse espiritual y amorosamente y honrarse mutuamente sin murmu- 289 Cf. S. NúÑEZ, «Fraternalidad franciscana. Presupuestos antropológicos y ecle– siales», en Sel Fran 21 (1978) 402. 29 ° Cf. M. CoNTI, «La sagrada Escritura en la Regla franciscana», en Sel Fran 25-26 (1980) 133. 291 Cf. M. STEINER, Experiencia de la Fraternidad, p. 111. 292 Cf. I. E. MOTTE, «La vida fraterna según S. Francisco», en Sel Fran 19 (1978) 117 SS. 293 Cf. F. DE BEER, «La génesis de la Fraternidad franciscana según algunas fuentes primitivas», en Sel Fran 31 (1982) 50 ss.; M. STELNER, Experiencia de la Fraternidad, p. 101.

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