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EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 219 otra parte, el descubrimiento del Evangelio que les interpela en pobreza no debe ser motivo de frustración cristiana, ya que supone optar por el tipo de vida que llevó Jesús y que le condujo, como les conducirá a ellos, a la plenitud de sentido del vivir con Dios. Ante esta decisión de seguir al Señor en pobreza no cabe vacilar y abando– nar el proyecto, puesto que es la concretización, para ellos, del plan de un Dios que les ama y quiere salvarlos. Por eso lo deben defender con todas sus fuerzas, ya que representa la única posibilidad de ser fieles a la interpelación del Evangelio. 4. Y DONDEQUIERA QUE ESTÁN Y SE ENCUENTREN UNOS CON OTROS LOS HERMA– NOS, CONDÚZCANSE MUTUAMENTE CON FAMILIARIDAD ENTRE SÍ. Y EXPONGAN CONFIADAMENTE EL UNO AL OTRO SU NECESIDAD, PORQUE SI LA MADRE NUTRE Y QUIERE A SU HIJO CARNAL, ¿CUÁNTO MÁS AMOROSAMENTE DEBE CADA UNO QUERER Y NUTRIR A SU HERMANO ESPIRITUAL? Y SI ALGUNO DE LOS HERMANOS CAE ENFERMO, LOS OTROS HERMANOS LE DEBEN SERVIR COMO QUISIERAN ELLOS SER SERVIDOS. Su condición de peregrinos y forasteros que no quieren poseer bajo el cielo otra cosa más que la pobreza, no debe ser motivo para una postura de adusta despreo– cupación y reserva hacia los hermanos; al contrario. La familiaridad y cariño tendrán que suplir el vacío producido por la ausencia de bienes y que, de no llenarlo convenientemente, podría convertirse en deshumanizante. En una Fraternidad itinerante y sin recursos, todo debe ser compartido, hasta las necesidades. Y como tipo ejemplar de disponibilidad comprensiva que se preocupa y responsabiliza del crecimiento de la persona que hay en cada hijo, está la imagen de la madre. 287 En la Regla de 1221 aparece también este caso particular, animando a los hermanos a que manifiesten «confiadamente el uno al otro su propia necesi– dad, para que le encuentre lo necesario y se lo proporcione. Y cada uno ame y nutra a su hermano, como la madre ama y nutre a su hijo, en las cosas para las que Dios le diere gracia» (1 R 9, 10 s.). La imagen de la madre que aquí se propone como ejemplo de imitación es recogida en la Regla bulada como prototipo a superar. 288 287 Cf. M. STEJNER, «La experiencia de la Fraternidad en S. Francisco de Asís», en Sel Fran 19 (1978) 109. 288 Cf. O. ScHMUCKI, Líneas fundamentales, p. 224.

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