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«VAMOS A NUESTRA MADRE LA IGLESIA ROMANA» (TC 46) 209 en la legislación de los diversos institutos que integran las tres Órdenes. Sabemos lo que la Iglesia y el mundo esperan de los hijos de san Francisco, estamos equipados como nunca, bajo el aspecto humano, para un eficiente servicio minorítico. No hemos de olvidar, sin embargo, que el éxito de Francisco se debió, no a su capacidad organizativa ni a los valores humanos que integraban su fraternidad, sino a la carga carismática que dimanaba de su persona y que supo comunicar a los hermanos que el Señor le daba. Ese motor vital él lo denominaba: el arte de «poseer el Espíritu del Señor y su santa operación» (2 R 10, 9). Es precisamente lo que el mundo de hoy, legítimamente pagado de sus logros científicos y técnicos, necesita: un alma. Juan Pablo II, en su encíclica Tertío millennio adveniente, n. 45, ha escrito: «Entra en los objetivos primarios de la preparación al Jubileo el redescubrimiento de la presencia y de la acción del Espíritu, que obra en la Iglesia sea sacramentalmente, sobre todo mediante la Confirmación, sea a través de los múltiples carismas, funciones y ministerios que suscita para el bien de la misma ... El Espíritu es, también para nuestra época, el agente principal de la nueva evangelización... » Entre los valores evangélicos que los hijos de san Francisco están llamados a redescubrir y poner al día de cara al tercer milenio, podemos señalar los siguientes: 1. El reclamo a la penitencia-conversicín. Es para todo cristiano, como enseña san Pablo, la condición para discernir lo que agrada a Dios (cf. Rom 12, 1-3); sigue siendo actual la clasificación de los hombres, hecha por Francisco, entre «los que hacen penitencia y los que no hacen penitencia». No se trata solamente de la conversión personal que re– concilia con Dios, sino de la eliminación de tantas «estructuras de pecado» que, sin gravar la conciencia personal, pesan duramente sobre la justicia social y los derechos fundamentales de la persona humana. El papa, en el mismo documento, nn. 33-36, invita a un examen retros– pectivo sobre el pecado histcírico, que ha revestido varias formas a lo largo del milenio que termina: pecado de intolerancia y violencia contra los herejes, contra el pueblo judío, contra los infieles; pecado contra la unidad de los cristianos; pecado de tantas injusticias socia– les ... ; además, el pecado de la incoherencia con la fe profesada, de indiferencia... 2. El reclamo a la vida según el Evangelio. Los hijos de san Francisco deberían hallarse en la vanguardia para el lanzamiento de la nueva evangelizacicín, que es la consigna general para la hora actual, o sea: el

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