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206 LÁZARO IRIARTE Los caminos siguieron llevando a Roma aun durante los setenta años de residencia de los papas en Avignon: todos sabían que la sede de Pedro seguía estando en Roma. El jubileo del año 1350, convocado por Clemente VI a petición de los romanos, tuvo también como meta la ciudad eterna, aunque sin la presencia del papa. Y siguió acogiendo peregrinos aun después de que la suntuosidad renacentista hizo de ella una imagen poco penitencial, cuando el poder político y económico de los sucesores de Pedro impresionaba poco favorablemente la piedad de los visitantes. La pérdida -llamémosla usurpación- de los estados pontificios en 1870, mirada hoy retrospectivamente, abrió una nueva etapa en la función y el significado de Roma, no sólo como centro jerárquico de la Iglesia Católica, sino cada vez más como ciudad-símbolo de la unidad cristiana y de las aspiraciones más elevadas de los pueblos. Ciertamente, no es fácil establecer hoy una línea divisoria entre turismo y peregrinación; pero hay que reconocer que la mayor parte de los que llegan a Roma no lo hacen sólo por el interés, único sin duda, de su riqueza monumen– tal; las multitudes que llenan la sala de las audiencias y se agolpan en la plaza de San Pedro a la hora del mensaje del papa, creyentes o no creyentes, vienen principalmente porque es la ciudad de ese hombre-símbolo que encarna hoy la garantía más autorizada de los valores permanentes en medio de un mundo que vive a merced de lo contingente. Los CAMINOS QUE VAN A ROMA PASAN POR Asís La ciudad de Francisco y Clara va siendo cada día más la ciudadela de la paz. Es bien significativo que en 1944, cuando la guerra arreciaba en Italia central, Asís fuera declarada por ambas partes beligerantes «ciudad abierta»; los dispositivos bélicos fueron sacados fuera del ámbito urbano, no hubo bombardeos; sólo quedaron los hospitales que acogieron sucesivamente a los heridos de uno y otro ejército. Por coincidencia singular fue elegida como sede de la Conferencia de la Paz la ciudad californiana que lleva el nombre de San Francisco desde que se establecieron allí los misioneros franciscanos en 1776. El alcalde de Asís hizo llegar en la apertura de la Conferencia un mensaje de hermandad y de congra– tulación. Desde hace treinta años funciona en Asís el Centro Internacional por la Paz entre los Pueblos, del que parten con frecuencia mensajes y misiones destina– das a promover la concordia social, el ecumenismo, el respeto a la naturaleza. Existe asimismo el Centro Ecuménico del Norte, para acoger a todos los peregrinos de Europa septentrional.

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