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396 E. RIVERA Estos matices de alta vida espiritual hacen de san Francisco El santo incomparable, como en escrito autorizado se le ha, últimamente, definido. 13 Hay una nota que sobremanera queremos subrayar desde la ontología de Lavelle. Ya sabemos la importancia que tiene en ésta la relación al Absoluto que culmina en lo que el filósofo llama LA PRESENCIA TOTAL. Desde esta perspectiva metafísica Lavelle interpreta a san Francisco en estos términos: «Habiendo abolido los obstáculos que separan el alma de Dios, hace la presencia de éste visible y su acción evidente a través de todos 'los sucesos en los que nos hallamos inmersos. Nos muestra en el mundo un orden divino que esclarece nuestra inteligencia y dirige nuestra voluntad, con tal que nosotros prestemos atención a ello y le demos nuestro asentimiento» (CS, págs. 66-67). Es decir, san Francisco ha desdeñado al tiempó en lo que tiene de banal y transitorio para anclarse en la eternidad a la que hace presente en medio de nosotros. 14 Si la presencia total es la gran meta del pensador metafísico que escu– driña los hondos senos de la vida espiritual, san Francisco, sin metafísica alguna, en pura simplicidad de espíritu, ha descendido a estos senos y, como el buzo de los mares, ha traído de allí la mejor perla para este mundo: la presencia de Dios en medio de nosotros. Con esto hemos descrito la personalidad de san Francisco tal corno la ha visto Lavelle en su carácter más propio, es decir, en lo más vivo y peculiar de aquella personalídad, vuelta en todo momento hacia el Ser Infinito, que desborda siempre a la creatura deficiente, pero que se ofrece a ella con nuevos alicientes y promesas. 4. RASGOS PECULIARES DE LA ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA Después que L. Lavelle nos ha dado una silueta sustantiva de la per– sonalidad de san Francisco se detiene a describir un conjunto de rasgos peculiares de su espiritualidad, que de su nombre se llama «franciscana». El mismo ha clasificado estos rasgos corno aspectos diferentes de esta espi– ritualidad. Ceñidos a la letra de Lavelle, intentarnos penetrar en las hondu– ras psicológicas y trascendentes que sus análisis nos hacen entrever. a) LA POBREZA FRANCISCANA La historia del pensamiento ha recogido la frase de H. Bergson cuando afirma que todo pensador auténtico sólo tiene que decirnos una cosa, aun– que la repita de mil modos. Es lo que constatamos en Lavelle. Ya sabernos que su experiencia fundamental es la del «yo» que se abre al Absoluto hasta encontrarse con él en la PRESENCIA TOTAL. No es de maravillar, por lo mismo, que en los rasgos de la espiritualidad franciscana, que vamos 13 J. LORTZ: El santo incomparable. Pensamientos en torno a Francisco ele Asís, trad. A. de Villalmonte, Madrid 1964. 14 Las relaciones de tiempo y eternidad han sido estudiadas por L. Lavelle con extraordinaria profundidad en su obra Du temps et ele l'étemité.

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