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160 LUIS ORTIGOSA que en adelante tendrán sus escritos e investigaciones. Esta etapa sólo duró dos años. En 1965 el Ministro General pensó en él, para dirigir el Colegio Internacional San Lorenzo de Brindis, que aquellos días inauguraba nueva sede. Tenía 52 años y sería el comienzo de la etapa italiana del P. Lázaro, que durará 32 años. En 1968 fue nombrado Perito para el importante Capítulo General Especial que revisó las Constituciones de la Orden Capuchina, y en 1970 fue elegido Definidor General para un período de seis años y también nombrado profesor del Instituto Francisca– no de Espiritualidad del Ateneo Antonianum. También en 1970, fue designado Asistente Espiritual de las Hermanas Capuchinas e Institutos agregados a la Orden y en 1984 fue elegido por un quinquenio Consultor de la Congregación para las Causas de los Santos. En 1988 dejó la residencia del Colegio Internacional y se trasladó a Frascati, población cercana a Roma, en la que pasará la última parte de su vida con el mismo ritmo incansable de trabajo a través de la palabra hablada y escrita. Publicó muchos libros y artículos, cuya sola enumeración ocuparía muchas páginas, tradu– cidos muchos de ellos a diferentes lenguas, sobre temas de espiritualidad e historia franciscana, de lo que fue üna autoridad reconocida. Como conferenciante dirigió tandas de ejercicios espirituales y cursos de formación a religiosos y religiosas de todos los continentes y asesoró en Capítulos Generales y Provinciales. Una faceta más desconocida de la vida del P. Lázaro fue su espíritu misionero. En Carta de 19 de noviembre de 1951 escribía al P. Provincial estas reveladoras palabras: «La cálida invitación de V. R., aparecida en el Boletín Oficial, me ofrece ocasión para dar testimonio una vez más ante mis superiores de mi vieja vocación misionera que todavía no he merecido realizar. Desde mis años de estudiante he considerado siempre mi vida orientada hacia los campos del paganismo y creo que ahora mismo sería para mí el mayor gozo inmolar en aras de ese destino misionero todo cuanto más puedo apetecer en esta vida, incluso mis ideales de educador y forjador de sacerdotes y mis actividades científicas.» Termina poniéndose «a disposición de los superiores pronto a marchar a donde la obediencia me enviare». El P. Lázaro fue un hombre profundamente religioso y amante de la Orden, que supo evolucionar en su pensamiento y actitudes a tono con los cambios que trajo el Concilio a la Iglesia. Tras su figura seria escondía un corazón sensible y afectuoso. A consecuencia de un inesperado derrame cerebral, fallecía en la madrugada del día 10 de diciembre en el hospital de Frascati, atendido por los hermanos capuchinos de la Provincia y por su hermana religiosa. Cuando comenzó su tarea docente en 1942 el Superior Provincial le escribió en una estampa con palabras evangélicas que fuera luz que brillara ante los hombres, para que, viendo sus buenas obras, alabasen al Padre Celestial. El P. Lázaro cumplió ese programa. Cuantos le conocimos damos testimonio de ello. Descanse en paz. La Dirección de Selecciones de Francisc,mísmo quiere rendir un homenaje de veneración y gratitud a este ilustre colaborador por los numerosos artícu– los franciscanos publicados en esta revista.
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