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ALGUNOS RASGOS TÍPICOS DE LA ESPIRITUALIDAD DE FRANCISCO... 133 Salmo V: Este salmo, que Francisco rezará poco antes de su muerte, nos acerca más a esta experiencia final de Cristo: su muerte, «me está faltando el aliento» (v. 13); el versículo siguiente nos hace pensar en Jesús camino del calvario, rodeado de sus enemigos (v. 4-6). En un modo nuevo de motivar la misericordia de Dios, Jesús confiesa que la razón por la que Él ha aceptado toda esta prueba de «afrenta y confusión» es Dios; Él ha tomado sobre sí la causa y el honor de su Padre Santo (v. 7-9). En los versículos siguientes se insiste de modo particular en la injusticia cometida contra Él, pues «se han reído de su desgracia», «me odian sin motivo», «se me ha hecho devolver lo que no había robado», «me devolvían mal por bien», «me calumniaban por haber practicado la bondad» (v. 10.14). Todo ello hace que de nuevo clame a Dios «santísimo Padre mío; Mi Rey y mi Dios», confiando y buscando su pronto auxilio (v. 15-16). En la tradición cristiana esta hora es vista como la hora de la crucifixión de Cristo, y mientras Jesús desde la cruz se ve abandonado (v. 5) e insultado por los que le rodean (v. 14), va recordando de nuevo los diversos tormentos que ha sufrido, 15 de forma que el grito final (v. 15) nos hace recordé).r el «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado» (Mt 27,46). Salmo VI: En los diez primeros versículos de este salmo nos parece oír a Cristo, dirigiéndose, bajo los dolores angustiosos de su crucifixión, a todos los que están a su alrededor, a todos los que somos testigos de su suerte, para que nosotros juzguemos de la gravedad de su sufrimiento. Vemos a un Jesús bajo la pesadilla de la agonía, de la fiebre mortal que le acerca a sus últimos instantes: «me han rodeado perros innumerables», «abrían sobre mí sus bocas como león que hace presa y ruge», «mis huesos se dislocan», «mi corazón se me derrite... ». Pero la muerte del Siervo de Yahvé, por muy trágica y dolorosa que haya sido, está inmediatamente unida al triunfo, según sus mismas palabras: «el que pierda su vida (por mí), la encontrará (Mt 10,39). Por ello, los siguientes versículos nos describen la experiencia gloriosa de Jesús recibido por el Padre y «asumido en la gloria» del cielo (v. 11-13). En los tres últimos versículos entra en juego el papel de la Iglesia, que a las palabras de Jesús («dice el Señor») proclamándose Dios (v. 14), responde bendiciéndole y reconociendo su obra salvadora sobre todos los que esperan en Él (v. 15). Finalmente, la mirada de Francisco (de la Iglesia) se proyecta sobre los últimos días cuando Jesucristo será reconocido como el que administra la justicia rectamente (v. 16). ¿Quizá podemos ver aquí una alusión al misterio salvador del Espíritu Santo, enviado para administrar justicia? (Jn 16,7-11). 15 O., ScHMUCKI, «El "Oficio de la Pasión" ... », p. 503. 1 1

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