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132 JESÚS M. ª BEZUNARTEA Salmo II: Este salmo sigue en la misma línea de sentimientos que el pri– mero, pero con un cierto matiz diferente de una confianza más profunda en la ayuda de Dios como la única valedera, a la vez que su oración se hace más perseverante, «día y noche» (v. 1). Incluso se atreve a motivar a Dios para que se responsabilice de su causa, recordándole que es el origen y razón de su vida «desde el vientre y desde los pechos de su madre» (v. 4-5). De nuevo insiste en su dolor interior que pesa «sobre su corazón» (v. 6-8). Ve delante de sí cómo sus enemigos quieren llegar hasta el final, esto es, acabar con su vida; por ello, se acrecientan en "estos últimos versículos sus clamores a Dios: «Santísimo Padre mío», «mi Rey y mi Dios», «Señor Dios de mi salvación» (v. 9-12). En cuanto a la localización temporal de este salmo, no aparece tan claro como el primero; sin embargo, parece que «se tiene la impresión de asistir a los desprecios nocturnos de parte de los centinelas de guardia en la casa del Sumo Sacerdote». 13 Salmo III: En este salmo, aunque los tres primeros versículos expresan una oración de súplica, sin embargo se siente un clima menos angustioso y sí de más tranquilidad y confianza en ese Dios a quien se dirige, que es «santísimo Padre mío», «el altísimo Señor», «mi bienhechor», (v. 1-3). Los versículos restantes testimonian la experiencia de esa confianza que ha sido atendida por Dios, a quien tiene ganas de alabar y cantar incluso con el «arpa y la cítara», y sus enemigos han sido víctimas de sus propias trampas y lazos (v. 4-12). Las alusiones a sus enemigos (v. 4-7) pueden sugerir una referencia a la sentencia del Sanedrín y con los testimonios falsos recabados contra Él. 14 ., Salmo IV: Como el salmo anterior, este comienza también clamando a Dios en busca de su piedad ante las amenazas de sus enemigos que se confabulaban contra él (v. 1). Quizá podemos ver aquí el hecho que nos narra el Evangelio de los tres poderes -Sanedrín, Pilatos, Herodes- que en cierta manera «se han concertado» contra Jesús (v. 2-4), e incluso los jefes del pueblo convenciendo a la multitud de pedir la muerte de Jesús (v. 5). Los versículos siguientes nos dan la descripción de un Jesús castigado y desfigurado con la flagelación, la corona de espinas y que irónicamente es presentado al pueblo como «vuestro Rey» -«Ecce Hamo»- (Jn 19,5.14) (v. 6-8). Por ello, de nuevo escuchamos el clamor confiado de Cristo que acude al Padre buscando su auxilio, su defensa, su salvación (v. 9-10). 13 O. ScHMUCKI, «El "Oficio de la Pasión" ... », p. 500. 14 O. ScHMUcKI, «El «Oficio de la Pasión" ... », p. 501.
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