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EL CARISMA FRANCISCANO DE ASÍS 37 2. Y COMO REMUNERACIÓN DEL TRABAJO ACEPTEN, PARA SÍ Y PARA SUS HERMA– NOS, LAS COSAS NECESARIAS PARA LA VIDA CORPORAL, PERO NO DINERO O PECUNIA; Y ESTO HÁGANLO HUMILDEMENTE, COMO CORRESPONDE A LOS QUE SON SIERVOS DE DIOS Y SEGUIDORES DE LA SANTÍSIMA POBREZA. Además de ser un remedio para la ociosidad y servir de buen ejemplo, el trabajo tiene también una consecuencia material que es el cubrir las necesida– des vitales más imprescindibles, no sólo individuales sino a nivel fraterno. Aquí se palpa todavía una Fraternidad cuya estructura económica, al menos de forma teórica, está basada en el trabajo; pero si hemos de admitir que sólo trabaja un grupo de hermanos - «aquellos a quienes dio el Señor la gracia del trabajo»- entonces está claro que no era suficiente y, por tanto, había que recurrir a la limosna como forma ordinaria de adquirir los medios de subsis– tencia. 265 Es decir, que el sistema económico de la Fraternidad basado, en un principio, sobre el trabajo pasa, por falta de trabajadores, a ser insuficiente para cubrir las necesidades mínimas que pueda tener el grupo. 266 El fragmento de la Regla que estamos analizando puede dar pie a la creencia de que las recompensas recibidas a cambio del trabajo bastaban para atender las necesidades de la Fraternidad; y eso, si no fue en los primeros tiempos cuando el número de trabajadores era mayor, mucho menos ahora cuando las circunstancias lo habían reducido a un grupo reducido de herma– nos. Trabajo y limosna siempre van unidos; la diferencia radica -como vere– mos en el capítulo siguiente- en el cambio de significado que ha sufrido la limosna. De ser algo suplementario cuando no bastaba la remuneración del trabajo, pasa a convertirse en una actividad independiente que se justifica por sí misma. El Testamento volverá a relacionar trabajo y limosna -devolviéndo– le a ésta su carácter de suplencia- al advertir a los hermanos que solamente «cuando no nos den la paga del trabajo, recurramos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta» (Test 22). En los textos donde se habla del trabajo se especifica también la posibili– dad de recibir a cambio, tanto para el que trabaja como para sus hermanos, lo necesario para el cuerpo. 267 Sin embargo no está ligado de una forma absoluta; 265 No parece que se desprenda del texto de la Regla que los hermanos «a los que el Señor dio la gracia de trabajar» han de proveer con su trabajo a las necesidades materiales de toda la Fraternidad; cf. V. MATEOS, «El trabajo y la primitiva experiencia franciscana», en Sel Fran n. 25-26 (1980), 187; V. REDONDO, «El trabajo manual», p. 103. 266 Cf. L. CASUTT, «Bettel und Arbeit nach dem hl. Franziskus von Assisi», en Coll.Fran. 37 (1967) 229-249. 267 Cf. T. MATURA, «Trabajo y vida en Fraternidad», en Sel Fran n. 20 (1978) 216.

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