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32 JULIO MICÓ Las citas bíblicas que motivan el trabajo están tomadas de Pablo: «el que no quiera trabajar que tampoco coma», y «cada uno permanezca en el arte y oficio que tenía cuando fue llamado»; además cita el salmo 127: «del trabajo de tus manos comerás; dichoso tú que todo te irá bien (2Tes 3, 10; 1 Cor 7, 24; Sal 127, 2). El modelo cristológico de los Evangelio esta vez no puede reforzar un valor fundamental de la «forma de vida» porque, francamente, el Jesús trabajador manual no aparece en las narraciones evangélicas. Esto demuestra, una vez más, que el modelo cristológico de la corriente pauperística italiana tiene otras fuentes, además de los Evangelios. El matiz apostólico que se le quiere dar a la Fraternidad primitiva reviste caracteres especiales que no se confunden, sin más, con los grupos apostólicos itinerantes que se remiten exclusivamente a los Apóstoles y cuya única fuente económica es la aportación de los fieles que les escuchan. La utilización de la cita paulina: «el que no quiera trabajar que tampoco coma», da pie a pensar que la invitación de Francisco al trabajo se dirige a todos los hermanos, tengan o no un oficio cualificado; sin embargo, la división tripartita que hace de la fraternidad en «predicadores, orantes, trabajadores» (1 R 17, 5) desbarata esta suposición, ya que, de ser así, la normativa laboral estaría referida exclusivamente a los hermanos «trabajadores». Pero ¿esta división indica situaciones estables o, por el contrario, refleja ocupaciones rotativas a las que se dedican todos los hermanos, cada cierto tiempo, por constituir elementos fundamentales de la «forma del santo Evangelio»? Respecto a los «orantes» y «trabajadores» está claro que no constituían ocupaciones permanentes u «oficios» incompatibles (LP 103; 2 Cel 163) sino que eran modelos alternos de vivir la «forma de vida», como da a entender la Regla para los eremitorios (REr 10; 2 Cel 178). En cuanto a los «predicadores» hay que tener en cuenta que, si bien la predicación era considerada como un oficio para el que se requería la autorización del Ministro, no era una actividad sistemática -como los Dominicos- sino ocasional, por lo que no requería una preparación y dedicación exclusiva, pudiéndose compartir con otras activida– des. 253 Por tanto, cabe pensar que predicación, contemplación y trabajo manual son tres niveles de la Fraternidad que, respetando cualidades y carismas personales, competen a todos los hermanos y no a tres grupos diferentes y especializados. Esta apertura laboral que nos presenta la Regla de 1221, y que seguramente no correspondía ya a la realidad, es ignorada por la Regla bulada de 1223, no 253 La predicación oficial o docta era mirada con recelo, lo cual indica que no era una ocupación exclusiva, ni siquiera importante. Cf. L. PELLEGRINI, en «La poverta del secolo xu», p. 301.

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