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Entendida así, la cultura configura un estilo de vida o, mejor dicho, equiva– le a un estilo de vida, a un talante vital. Y a pesar de esto, teniendo como punto de comparación lo que entendemos usualmente por cultura, como un modo de vivir cultivado, el pueblo llano y sencillo se siente inculto, sin esa cultura que otorga su puesto elevado en el sta– tus social, e incluso llega a olvidar su propia cultura popular que marca un esti– lo propio de existencia. De ahí que sea importante rescatar del olvido la cultura propia del pueblo, que no es una suma de conocimientos racionales, sino plena– mente emocional, sentimental --en el sentido más original de la palabra-, con pasiones manifiestas: amor y odio, amistad y envidia, risas y lágrimas... Una cultura que echa sus raíces en la vida y bebe de su fuente, y que, sin embargo, tiene su propia coherencia: realiza la unidad entre la duda y la certeza, lo cono– cido y lo desconocido, lo racional y lo para-racional. Se mueve en la cuerda de los grandes sentimientos y corazonadas. En fin, en la cultura popular las personas se hacen a sí mismas, son autodi– dactas que se mueven por pulsiones institivas, con sentido primario y práctico. Sus notas son la simplificación, la inseguridad. Es una cultura que roza tímida– mente, con las yemas de los dedos, como un niño que tiene miedo a romper una preciada copa de cristal, los sentimientos del ser humano en la más austera sen– cillez. Se trata de una cultura que goza ante un amanecer sobre la sierra nevada, que se estremece con el alegre canto del jilguero en la primavera, que salta de alegría por la hermosura de un prado lleno de vida y colorido, y que es capaz de transformar esos sentimientos en actitudes de vida. Me atrevería a denomi– narla como Cultura del corazón. 4. RELIGIOSIDAD POPULAR, ALMA DE LA CULTURA DEL PUEBLO En continuidad con lo que hemos denominado Cultura del corazón, el hombre experimenta su deseo profundo de vivir-con, de estar junto a Dios en momentos concretos que realizan este hondo anhelo. El catolicismo popular ha sido, en ciertas ocasiones y en ciertos lugares, un ejemplo de fruto en sazón porque ha ofrecido al pueblo una forma de existencia armónica profunda, expe– riencia!, gozosa, asuntiva de sus realidades más entrañables sin maniqueísmos ni dualismos y, a la vez, comprometida, liberadora y crítica. 4.1. DEVOCIONES POPULARES Una de las formas más usadas por el pueblo sencillo para expresar su fe son las devociones a Cristo, a la Virgen y a los santos. Pero donde se ha manifesta– do de una forma más espléndida la fe del pueblo es en la Virgen María. Los ambientes populares, dentro de la tradición eclesial, han ido creando, a lo largo 42

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