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sencillo. Como venimos diciendo, el mundo popular -y no entrarnos en dis– quisiciones sutiles sobre dónde se ha de poner el acento al hablar genéricamen– te de popular, si en lo folklórico o popular, en lo rural, o en lo tradicional– encuentra en este universo religioso la forma mejor y más directa de manifestar la experiencia creyente. Se da, por tanto, una simbiosis, una conjunción armóni– ca entre dos facetas de la existencia humana: la apertura religiosa a lo trascen– dente y la cultura popular. 3.1. EL PUEBLO, SUJETO DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR Ya en el mismo enunciado epistemológico religiosidad popular, el adjetivo popular designa la cualidad característica del sustantivo. De esta forma, el pue– blo es sujeto de esa religiosidad, pues él caracteriza con su peculiar acción la vivencia de la relación con la divinidad. Por otra parte, poniendo bases teológicas a este enunciado, la identificación de la Iglesia como Pueblo de Dios nos obliga a precisar qué subyace bajo la categoría de pueblo, entendido como sujeto colectivo. Uniéndose a J. B. Metz, «La noción de pueblo sigue siendo una categoría teológica central con evidente fundamentación bíblica». Y para añadir algún dato doctrinal más, la reunión de los episcopados latinoamericanos en Medellín (agosto de 1968) le dedica su documento VI, un documento lleno de intuiciones certeras. El error de la Igle– sia, nos dice este documento, es haber considerado esta religiosidad desde la cultura europea y la cultura de la clase media de la burguesía. Se entiende aquí por pueblo el pueblo pobre, el conjunto de campesinos y trabajadores urbanos que caen fuera de las pretensiones de esta sociedad consu– mista que nos atenaza con sus tentáculos. Son el pueblo marginado, los que no cuentan, los desposeídos. Y, paradójicamente, es lo opuesto a una minoría tanto cuantitativa como cualitativa. Pero es la cultura del pueblo, la explicación más profunda de su unidad y de su carácter. Aquí tocarnos fondo. Nos hallamos ante lo más profundo de la sustancia del pueblo y lo que constituye su raíz nutricia, su alma vital. 3.2. LA CULTURA POPULAR, EXPRESIÓN VITAL DEL PUEBLO Por cultura popular se entiende primeramente el «ethos», las costumbres en cuento expresión de unas actitudes fundamentales que caracterizan a cada grupo humano. Esas costumbres se van formando a partir del modo peculiar de sentir la vida, de resonar ante los hechos y ante las diversas situaciones de vivenciar la realidad, de valorar el trabajo, la familia, la amistad, el amor... Lo cual conlleva una intuición vital de valores, una conciencia valorativa que se expresa a través de un determinado modo de actuar en la vida, y engendra acti– tudes características «típicas». De aquí brota la sabiduría popular en cuanto modo peculiar de saborear las cosas, los acontecimientos, la convivencia y, sobre todo, el misterio del sentido último de la exitencia. 41

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