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Nosotros, sin despreciar una para ensalzar la otra, vamos a profundizar en la primera forma de «religiosidad popular» que, a fin de cuentas, es la que más directamente se identifica con la vivencia sencilla de la fe en el seno del pueblo. La segunda forma es más bien la síntesis de los movimientos renovadores en la Iglesia, que constituyen un papel importantísimo entre los laicos. Llegados a este punto, es necesario afirmar el viraje que se está experimen– tando en las liturgias y en las vivencias religiosas del pueblo: una vuelta a los símbolos, una invasión de manifestaciones religiosas y una recuperación de tradiciones en las que el pueblo se siente protagonista en el diálogo con lo sagrado. 2. EN LAS FUENTES DE LA RELIGIÓN El término religión designa el hecho religioso, es decir, ese aspecto del fenómeno humano que ha acompañado al hombre a lo largo de toda su historia y que constituye el objeto de la historia de las religiones. 2.1. «RELIGATIO» El hombre, desde sus orígenes, se ha sentido débil, pequeño, frágil, y ha buscado Algo que le supere, que vaya más allá de la simple realidad tangi– ble, algo mayor que le transcienda donde poder encontrar la seguridad tan codi– ciada. El hecho religioso, por tanto, es una búsqueda incansable de la trascen– dencia. La religión funda simbólicamente transcendencia e inmanencia, llevando de este modo a su meta en una peculiar coincidencia de contrarios la perfección soñada por el hombre. Es en este sentido como hablamos de religación, el sen– timiento profundo humano de radical dependencia de la divinidad. De ahí la afirmación que muchos autores han puesto sobre el tapete: «el hombre de las sociedades tradicionales es, por supuesto, un hamo religiosus». 2.2. EL PROTAGONISMO DE LA GENTE SENCILLA En continuidad con lo que venimos exponiendo, el hombre tiene una honda necesidad de encuentro con la divinidad, que se expresa en múltiples formas. Aquí es donde enmarcamos la religiosidad popular. Según M. Meslin se trata de una búsqueda de relaciones con lo divino que sean: más sencillas, más directas y más rentables. Más sencillas, esto es, un intento por superar una praxis religiosa demasiado conceptualizada, abstracta y fría, buscando formas más intuitivas e imaginativas, donde se conjugen el senti– miento y la imaginación desbordante del pueblo. En segundo lugar, relaciones 39

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