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ADMIRANDA HISTORIA SERAPHICA 93 fancia hasta el momento de la muerte, y la posterior traslación del féretro a la Basílica construida junto a la ciudad 14 • En conjunto, un total de quince capítu– los, más un apéndice final donde se incluyen numerosos milagros capitalizados por el de la Estigmatización, que recibió del serafín crucificado en el monte Alverna cuando transcurría el año 1224 15 . El resto corresponde a aquellos otros prodigios resueltos por su intercesión después de haber fallecido. A saber, múl– tiples personas resucitadas, otras tantas salvadas de la muerte, los liberados de naufragios y de sufrir en prisión, las mujeres asistidas en peligrosos partos, los ciegos a los que devolvió la vista, los enfermos que recuperaron la salud y otros muchos de distinta naturaleza. La obra se abre con un espectacular frontispicio convertido en todo un muestrario a modo de cielo místico, donde se exaltan los emblemas distintivos y personajes más sobresalientes de la Orden [Fig. 1]. La composición se articula en forma de microarquitectura, en concreto de un falso retablo de corte clasicista dividido en tres calles, la central más ancha que las laterales. Justamente el eje del diseño parte de un recuadro rectangular asentado en una cabeza de querubín, en el que se representa a san Francisco - pilar de la Iglesia - en un entorno natural, de pie, envuelta la cabeza de una resplande– ciente aureola y con los brazos extendidos a la altura del pecho, como si estu– viera a punto de levitar. Sobre el primer nivel, un marco de mayores dimensiones jalonado de veneras en las esquinas se halla preparado para contener los datos bibliohrrá– ficos, esto es, título, autor y contenido suplementario. Todo ello, aderezado en la parte inferior con una torre provista de una filacteria, cuyo lema hace referen– cia al poder omnipotente de Dios: Turis et Fortitttdo mihi Detts. Coronando esta tramo central, el diseñador apostó por colocar el anahrrama salvífico del Nom– bre de Jesús entre un haz de rayos, uno de los principios fundamentales de la doctrina de san Buenaventura y objeto de su emblema cardenalicio representa– tivo. A los lados, las insignias identificativas de la Orden franciscana, que hacen referencia a las semejanzas físicas y espirituales de Jesucristo y san Francisco, el Alter o Signifer Cñristus. En el primero, una cruz latina sirve ele telón de fondo a los brazos cruzados de ambos personajes que surgen de las nubes. Al otro extremo, este mismo emblema se conjuga con el de las Cinco Llagas sangrantes 14 Cf. E. Lunghi, La Basi!ica di San Fmncesco d'Assisi, Antella 1996; R. Bonelli, Frcmcesco d'A.sssisz: Chiese e conventi, :Milán 1982; G. Bellucci, Así.r corazón del mundo, Asís 1996. 15 C. Koser, La lección del Nionte A!vema, en Selecciones de Franciscanisnw 4 (1975) 141-153.

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