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ADMIRANDA HISTORIA SERAPHICA 105 que el prelado dejara de sentir aversión hacia estos hermanos. Paralelo a este episodio, se muestra al pontífice lnocencio III dormido - reconocido por su atributo de la tiara -, en cuyo sueño aparece el "Poverello" de Asís sosteniendo con sus manos un edificio religioso, que no es otro que la apreciada Basílica de San Juan de Letrán. Se trata de la premonición obtenida por el Papa, crucial en la toma de la decisión última, cuando Francisco fue a solicitarle la aprobación de la Regla para los Frailes Menores. Pero el grueso de la representación se desarrolla en plena naturaleza, acaparada por esos animales a los que el funda– dor consideraba también como hermanos. Así, en un tramo intermedio aves de todo tipo y de distinta procedencia - pavos reales, cigüeñas, loros, águilas, lechu– zas, cisnes y golondrinas, entre otras - escuchan atentas y en actitud sosegada la predicación del fraile, marcada por la perceptible gesticulación de sus manos. Más sorprendente es la acción principal que discurre en el medio acuático y con san Francisco erguido sobre una barca. Aunque rodeado de numerosos peces, este episodio hace referencia al relato en que le ofrecieron como regalo uno de gran tamaño, al que llamó hermano y depositó en el agua junto a su embar– cación. Lo sorprendente fue que el animal siguió revoloteando juntó a él atraído por su amor, hasta que impartida la bendición se desplazó lago abajo. Con ello, se hace referencia a uno de los más preciados atributos del Padre Seráfico, su dominio sobre la fauna, detrás del cual se encuentra la idea teológica de la restauración de la armonía que reinó en su día en el Paraíso. El cuadro expli– cativo concreta todos estos aspectos: Figura settima, al cap. XII A: Francesco par che'n una visione Con l'aurea croce, che si lampeggiava Fuor de la bocea, un horrendo Dragone Discacciasse, ch'Assisio circondava, B: E che col dorso suo, che sottopone Al tempio Lateran, che minacciava Gia dar ruina, si fermo il tenesse, Che da quella ruina il difendesse. S. Bonaventura Cap. 3 C: Gli angelli ne al venir de l'huomo santo, Ne per toccargli si mettono a volo; S. Bonaventura Cap. 8 D: Anzi lui, che divine laudi solo Predica, ascoltan, lasciando il lor canto. S. Bonaventura Cap. 12

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