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ADMIRANDA HISTORIA SERAPHICA Christo a Francesco, e poi che fu perduta Gli la rende, e conferma qual fu scritta. F: Col capuccio dell'Ordine appar Christo A un, per farne all'Istituto acquisto. G: Parve in Parigi a uno studente tratto Essere dal demonio, e condannato, Se non era da lui quel voto fatto D'entrar in religione, confermato. Conform. Frutto 9 101 Integrado en el capítulo cinco, e inspirado en los textos de Buenaventura y Bartolomé de Pisa, la cuarta de las estampas incide en algunos episodios que, en honor a la verdad, acusan un claro desfase temporal [Fig. 4]. En primer lugar, el pórtico de un monumental palacio con arcadas de medio punto, clásica decora– ción y tres plantas de altura, es testigo de la renuncia de los bienes terrenales por parte de san Francisco, un acto aún anterior a la institución de la Orden. De este modo, Francisco se muestra desnudándose en presencia del Obispo de Asís, pues desde aquel preciso momento no sólo repudiaba la legítima herencia de su padre, sino también todo lo que poseía inclusive la ropa que llevaba puesta 29 • De esta escena, algo apartada, se pasa a la concatenación de otras tres resueltas todas ellas en un espacio natural algo agreste. Tales secuencias aluden a la austeridad de vida practicada por el "Poverello, ciñéndose a capítulos representativos de cierto cariz extraordinario. Continuando el relato bonaven– turiano, la historia comenzaría en el segundo plano de la ilustración, donde una sintética composición expone a Francisco desprovisto de hábito, de rodillas y a punto de lanzarse a la nieve para mitigar la tentación de la carne a que le instiga– ba el demonio, una forma lubrida de humano y cabrío. Junto a ellos, un grupo de mujeres simbolizan aquellas figuras realizadas en la nieve por el Padre Seráfi– co, cuando hablando consigo mismo - y esperanzado en erradicar los mencio– nados estímulos - decía que una de ellas era la esposa, otras cuatro las hijas y el resto las doncellas. Un evento similar, y complementario al anterior, se repite en primer plano donde el espíritu de la concupiscencia en forma de una bella doncella asalta de nuevo a Francisco en el camino. De ahí, que el protagonista aparezca tendido en el suelo totalmente desnudo, justo antes de revolcarse por la zarza con la que atemperará tales impulsos. La historia finaliza en lo alto del monte trasero, cuando Francisco se dispone a tomar las rosas blancas y rojas florecidas de la zarza, a fin de presentarlas a Jesucristo y la Virgen María en la 29 Thomas de Celano, Vitaprima 13-15 y Vita secunda 12: Fontes Franciscani, 288-290, 454.

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