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SEMBLANZA DEL VENERABLE PADRE ESTEBAN DE ADOÁIN 501 No creemos preciso añadir párrafos para el retrato moral. Por lo ya di– cho se ha podido adivinar su fe inmensa, su celo apostólico, su ternura a la Madre del cielo la Divina Pastora, su humildad que le lleva a declinar pre– bendas, su fortaleza en el servicio de Dios, su amor a las almas, a la Iglesia y a la Orden, sin olvidar la exquisita caridad con compañeros y súbditos. Virtudes todas ellas que suelen resplandecer en los santos. * * * * Y ahora, sí. Ahora es el momento de cerrar el féretro y decirle adiós; pero no con lágrimas como los sanluqueños, sino con una gran paz y una inefable esperanza. Un día de 1853, al saber la muerte de su padre y de otro hermano es– cribió a los familiares palabras de consuelo: "NACEMOS PARA MORIR", decía entre otras cosas. Idea que acos– tumbraba repetir y glosar en sus predicaciones. Nosotros, fiados en su bondad, nos atrevemos a tomar la frase y darle vuelta para grabarla sobre su tumba así: MURIÓ PARA NACER Y VIVIR EN DIOS ¡GLORIOSAMENTE! JOSÉ ANTONIO ECHEVARRÍA Capuchino

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