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476 JULIO LAVANDERO PÉREZ - P. Antonio de Galdácano.- Estuvo en USA, Puerto Rico y Cuba. Aquí fue compañero del P. Adoáin y mereció las alabanzas de San Antonio María Claret que lo empleó como profesor del Seminario de Cuba y luego en El Escorial. Fue párroco de San Pablo de Caracas. - P. Jacinto de Peñacerrada.- Pasó por Venezuela, Méjico y Cuba. Aquí lo encuentra el P. Adoáin en el ya incautado Colegio de Misioneros. Fue obispo de La Habana. Asistió al Vaticano I en el que se distinguió por su ciencia y oratoria. Elegido representante intervino en el Senado. Fue párroco de san Jacinto en Caracas, parroquia natal del Libertador. - P. José de Marauri.- Muerto en olor de santidad. Estuvo en el Conven– to de San Felipe de Caracas. Párroco de Petare, fundó un hospital que atendía personalmente. Luego lo han regido las Hermanas Francisca– nas. La Provincia de la Encarnación de las Dos Castillas tuvo en Amé– rica más de 100 religiosos de toda clase y condición: exprovinciales, de– finidores, lectores, guardianes, maestros de novicios, predicadores, etc. II. PROVINCIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS DE CASTILLA Misión de Venezuela: 1891-1904 Al erigirse la nueva provincia castellana, se le confía la Custodia de Ar– gentina-Chile, a la que comienza a enviar personal. Pero ante el continua– do despojo de sus fronteras y el fracaso de las Misiones Civiles, Venezuela comisiona al arzobispo de Caracas para traer capuchinos que tan esplén– didos resultados obtuvieron durante la Colonia. En Roma se le remite al Provincial de Castilla que envía una reducida expedición. Los nuevos mi– sioneros se hospedan en la casa de los Terciarios. Pasados unos meses en dificultades de todo género, el Arzobispo les entrega la Iglesia de Las Mer– cedes, medio ruinosa al igual que sus dependencias. Desde un principio, los religiosos gestionan su partida a los territorios indígenas, pero la Revolución Legalista lo impide. Se dedican mientras tanto a las misiones populares con gran celo a doscientos kilómetros a la redonda, llegando a pie o lomo de mula.La Pequeña comunidad organiza el culto y la catequesis que pronto llega a tener 700 alumnos. La predica– ción de "vicios y virtudes" levantó ampollas y la calumnia se ceba en los frailes. Se trata de las mismas dificultades que enfrentaron los exclaustra– dos en 1842. Pero ahora el arzobispo y su deán salen en su defensa. Llegan nuevos religiosos, algunos de Chile con lo que la fundación se va afianzan– do y la predicación se extiende por toda Venezuela. Se consigue una Re– solución por la que se declara Territorios de Misión el Delta y el Caura. Al Caura se trasladan dos misionero. Levantaron las uniones naturales. Pero

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