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490 JULIO LAVANDERO PÉREZ apreciados por su contenido fiel y de primera mano. De la Historia de Ve– nezuela y de la Orden de Venezuela se han publicado no menos de 42 li– bros, la mayor parte voluminosos, contando con unos 20 folletos y artícu– los en revistas prestigiosas. Libros de Pastoral, Hagiográficos y de Piedad he contabilizado 50 con 61 folle.tos. No dejaré de mencionar cinco álbumes histórico-fotográficos y cinco libros de sabor literario. Estos datos se in– ventariaron en 1984, al efectuarse la unión de las cuatro circunscripciones venezolanas. Pero la producción sigue. Otros frailes han misionado por medio de los Movimiento Apostólicos a nivel nacional y regional, llevando la asesoría y la animación de los mis– mos: Cursillos, Movimiento Familiar Cristiano, Catecumenales, Legión de María... Anualmente se organizan Pascuas Juveniles, Encuentros Vocacio– nales y en forma no periódica Convivencias, Retiros, a nivel regional y lo– cal. Machiques y Tucucu se han distinguido como Centros de Espirituali– dad y Retiro que la gente busca por la jovialidad., la simplicidad y la Naturaleza Virgen que brindan franciscanamente. Más modesta es nuestra presencia en las Aulas Universitarias. Pero no han faltado Hermanos que han impartido clases a nivel superior, especial– mente en Filosofía yTeología para clérigos; en Sociología, Etnología y Lin– güística para el público en general. Igualmente modesta, no por eso menos digna de mención, es nuestra presencia en las Academias de la Historia y de la Lengua y en otras instituciones culturales donde algunos frailes han prestigiado su nombre. Siguiendo las directrices de la Iglesia y de la Orden, nos enfrentamos a los retos de la Formación Permanente. Se han enviado religiosos a Roma y a distintas naciones suramericanas a cursos, semanas, encuentros... Se han traído profesores y hemos organizado Cursos de Teología yAntropología, alguno con tres meses de duración, a los que asisten igualmente personas ajenas a la Orden. Y se informa sobre la bibliografía reciente. Implantación de la Orden A pesar del poco número de religiosos, al principio del siglo ya existía la preocupación por las vocaciones. Según comunicación oral había un se– minario seráfico en el Palito, al norte de Valencia. En 1940 se funda en Upata otro seminario para indígenas y no indígenas, del que regresaron dos sacerdotes nativos y culminan su carrera seminaristas venidos de Es– paña. En el 43 se inicia en Barquisimeto otro Seminario. A los dos años se integra con el de Upata. Un intento más consistente fue el de Mérida. Al terminar el latín, los alumnos se enviaban a nuestros Seminarios en Espa– ña. De él salieron tres sacerdotes. Se cierra en el 72 para convertirse en Co– legio de Segunda Enseñanza. Estos repetidos intentos nos insinúan una
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