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486 JULIO LAVANDERO PÉREZ y residencia. A Guanero se le alza como centro misional en medio de la re– seca llanura con iglesia, residencia y colegio que regentan las Hnas. Lauri– tas. Actualmente estos tres Centros se han traspasado a los Misioneros Consolatos, vencidas las dificultades fundacionales y ahora a una hora de distancia de Maracaibo por una excelente carretera asfaltada. Como dice el cronista, los frailes salimos con lo puesto, cumplida la labor. Nuestra presencia actual en la Guajira se reduce hoy al Centro Misio– nal de Guana y su entorno. Allí se inicia, con un fundo de ganado destina– do al sostenimiento de los Centros antes referidos, el actual complejo edu– cativo y pastoral, teniendo como nota particular la Escuela Granja y el Bachillerato Técnico-Industrial, amén de las instalaciones comunes a to– dos los centros. Allí se forman 600 alumnos en una pujante comunidad guajira que intenta desarrollarse inspirada por principios cristianos, que cuentas con más de 30 maestros y profesores, 6 administrativos y 20 obre– ros. Nosotros dirigimos y gerenciamos el Centro unidos a las Hnas. De Santa Ana. Merecen especial mención los tapices allí confeccionados. La zona de la Guajira cuenta también con su mártir, víctima de su es– píritu de servicio, sacrificada por el odio anticlerical y comunistoide. Murió de tristeza en un hospital de Maracaibo al año de su detención, acusado de homicidio, un día antes de que la corte lo declarara inocente. Perijá es la zona de penetración criolla en el universo indígena, por el que aún deambulan algunos grupos yucpas. Su capital -y capital del Vica– riato- en Machiques. Al llegar, los misioneros continúan las obras del tem– plo que estaban un poco por encima de los cimientos, culminándolas en una modesta catedral. Se levanta de nueva planta la residencia episcopal. Con el correr del tiempo se van construyendo capillas donde los cursillis– tas atienden las catequesis. Se consigue la presencia de otros agentes cua– lificados de pastoral como las Hnas. Terciarias Capuchinas y los Hnos. Ma– ristas, par quienes se edifican los respectivos escolares. Por un tiempo, esta Misión tuvo aquí los postulantes, hasta que todo el esfuerzo vocacional se unificó en la nueva Vicepresidencia. Machiques ha sido un vivero de voca– ciones. Aquí se han celebrado muchos encuentros juveniles donde han flo– recido las vocaciones granándose en 6 hermanos sacerdotes. Previéndose el pase de esta zona a una futura diócesis, la Orden ha levantado una resi– dencia propia con su iglesia, lo cual era también una necesidad dado el cre– cimiento urbanístico y demográfico. De esta forma aseguramos nuestra presencia aquí, en esta pequeña ciudad tan querida para nosotros. Desde Machiques se atienden caseríos criollos y las comunidades yucpas de Aponcito-Sirapta que hasta no hace mucho tiempo gozaban de misionero residente, por ser estaciones misionales. Otras cuasi parroquias de esta zona sonVilla del Rosario, donde se edi– ficó la residencia; San José de Perijá y Las Piedras, pueblos en que levan– tamos iglesia, residencia, y varias capillas por los caseríos. En San José se
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