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LOS CAPUCHINOS CASTELLANOS EN LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA 485 tazas, ricas ellas en metales y piedras preciosas. Santa Elena es hoy un pue– blo de frontera fuertemente establecido con su pequeña catedral, obispo misionero, guardia nacional, comunicación telefónica por satélite, autori– dades políticas y administrativas, lico de Segunda Enseñanza, Hospital, además de las instalaciones misionales y su hato de La Divina Pastora que son las infraestructuras que sostienen esa exhibición de soberanía. Otros Centros igualmente pujantes son Santa Teresita de Cavanayen, Camarata, Uonquén, Urimán... La electricidad se obtiene aprovechando las quebradas y los ríos. La primera turbina hidroeléctrica de Venezuela la montaron los misioneros en la Gran Sabana. Si las dificultades en el Delta eran los ríos y las malarias, en la Sabana los misioner,os afrontan las cami– natas por las inmensas soledades en busca del indígena disperso. Hoy las condiciones han cambiado notablemente: Carretera Troncal al Brasil, ae– ropuertos, centros poblados, hatos de ganado, escuelitas rurales, turismo, proyectos hidroeléctricos con repoblación de cuencas, explotación minera controlada... y una iglesia local implantada, aunque con todos los riesgos y limitaciones que impone una pastoral etnocentrista. Pero este ya es un problema que los misioneros no podemos resolver sino es al margen de la ortopraxis eclesial. En todos los centros nos acompañan heroicas misioneras. En el Delta: Hermanas Terciarias Capuchinas; en la Gran Sabana: Franciscanas, Domi– nicas, Pastorinas y Hermanas del Divino Maestro. El centro de Camarata se ha entregado a los Padres Dominicos, vencidos los heroísmos fundacio– nales, muy ya en pleno funcionamiento rutinario. La Región Central ofrendó sus víctimas de igual forma que la deltaza: cuatro religiosos mueren al poco tiempo de su llegada de tifus y malaria. La Gran Sabana, de clima saludable, se vio libre de este oneroso tributo. No así la región de Upata, donde murieron prematuramente cinco misio– neros, víctimas de las crisis de aclimatación y de la ignorancia de las condi– ciones sanitarias, cuando no de un atrevido celo: ahogados, apestados. Misión-Vicariato de Machiques, 1943 Se distinguen tres zonas diferenciadas: al Norte y separada de las otras dos: la Guajira; al Sur: Perijá y Motilonia. La guajira era un peladero geo– gráfico y espiritual, aislado por el desierto y el estuario del río Limón. Los guajiros se dedican al pastoreo caprino y asnal, al contrabando aleatorio y a la venganza atávica de la sangre por la sangre. Prontamente los misione– ros emprenden la promoción integral de la región. Sinamaica es la antigua parroquia, con muchos años sin sacerdote. Se remodela la iglesia, se cons– truye la residencia de los misioneros y un colegio. Se levantan capillas por el desierto. Paragaipoa es elevada a cuasiparroquia. Se le construye iglesia

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