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482 JULIO LAVANDERO PÉREZ 30.000 habitantes de variado nivel social. Posee estacionamiento gratuito para facilitar la asistencia a los cultos, lo mismo que las iglesias de San Ju– das, Sagrado Corazón y San Antonio de La Florida. Se trata de nuestra ca– sa en el Estado Miranda, San Antonio de Macaracuay. Dadas las deportaciones y el cariz marxista leninista de la Revolución cubana, algunos de nuestros religiosos logran llegar a Miami y establecen una residencia privada desde donde ayudar a los párrocos americanos en la pastoral de inmigración de sus antiguos feligreses. Años después, el ar– zobispo prescinde de este servicio. En Nueva Órleáns y para el mismo fin, el arzobispo local concede una residencia y luego una parroquia en la que aún hay varios hermanos prestando ese valioso servicio a la comunidad hispano-parlante. En 1970 y por decisión de Roma, nuestra Custodia pasa a denominar– se Viceprovincia sin más protocolo ni cambio. Pero nuestra casa de la Chi– quinquirá pasa a ser de hecho residencia del Padre Viceprovincial. Duran– te este período, cobra un nuevo vigor y una nueva orientación la pastoral juvenil y vocacional. Los formadores piden una nueva residencia para la formación, en un barrio humilde de resonancias capuchinas, cercano al Se– minario y a otras casas de formación, de buenas comunicaciones con otros centros estudiantiles: nuestra residencia de La Pastora. Viceprovincia de Venezuela de Nuestra Señora de Coromoto, 1984 Desde hacía unos 25 años, los Superiores Mayores venían promovien– do la unión de las cuatro circunscripciones autónomas capuchinas, depen– dientes de la misma Provincia de Castilla: la Zona Central y los tres vica– riatos. Luego de años de mentalización se logra la única circunscripción. Se redacta un Estatuto y apenas este año se aprueba en Capítulo Especial su Proyecto. De esta forma, pues, queda resumida la infraestructura de nues– tra presencia castellano-capuchina en América Latina, desde 1891 hasta hoy. Agregamos ahora algunos de sus aspectos y/o modalidades. Nuestra presencia en las Misiones/Vicariatos El objetivo y la razón de nuestra presencia enVenezuela fueron las Mi– siones entre los aborígenes perdidos por las fronteras, conocida sólo en el papel, huérfanas de Soberanía y colonización. Los cambios de gobierno no venían haciendo imposible su establecimiento, toda vez que la iniciativa se la reservaba siempre el Estado, invocando la Ley del Patronato. Después de múltiples gestiones, se crea en 1922 la primera Misión Católica después de la Independencia, asumida por la Santa Sede como Vicariato Apostóli-

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