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MISIÓN DE LOS CAPUCHINOS ANDALUCES EN VENEZUELA 461 misional, hasta llegar al límite de sus posibilidades. A tal extremo llevó la Provincia su interés por esta tarea evangelizadora que se llegó a obligar a los candidatos antes de su profesión emitir un cuarto voto de pasar, si se lo ordenaban, a las misiones de América 109 • Pero el declive de este esplendor misional fue rápido y total. Varias fue– ron las causas que confluyeron a la liquidación de las antiguas misiones an– daluzas. En primer lugar, la provincia de Andalucía, por falta de personal, ya no puede enviar, a partir de 1795, más misioneros a América. Como hemos in– dicado, la última expedición estaba compuesta por jóvenes recién salidos de los estudios, sin experiencia y faltos de formación suficiente, lo cual incidiría negativamente en el estado de las misiones. Para obviar esta dificultad, se creó en Sanlúcar un Seminario de Misioneros en ese mismo año (1795). Pe– ro el remedio llegaría tarde. Las convulsiones políticas de España y Améri– ca a comienzos del siglo XIX, así como la posterior supresión de las Ordenes religiosas, harían ineficaz la medida. Sobre todo, el golpe de gracia a las misiones lo dio la emancipación de las colonias americanas y las revoluciones que la precedieron. No tanto por oposición a la religión, cuanto por ser españoles los misioneros, las nuevas autoridades irán desmantelando poco a poco las misiones a ellos encomen– dadas. Los documentos de la época no dejan lugar a dudas al respecto, sobre todo a partir de 1810. Valgan como muestra algunos ejemplos: - El 16 de julio de 1810, la Junta Superior de Gobierno de la provincia de Barinas urge la entrega al ordinario de los pueblos cercanos al Apure. Con ello pretendían alejar de los pueblos a los españoles 110 • En el mismo sentido y con idéntica finalidad escribe el gobernador al arzobispo el 3 de agosto del mismo año 111 • - El 4 de noviembre de 1810 escribe el Prefecto fr. Salvador de Cazalla al arzobispo, exponiéndole que "nos hallamos los infelices misioneros de la provincia de Barinas en el más lastimoso y deplorable estado". Asimis– mo denuncia el injusto proceder de la Junta, que "ha tratado la confisca– ción de todas nuestras temporalidades" 112 • - El 21 de octubre de 1810, el mismo Prefecto comunica al arzobispo que "solamente cuenta con dos religiosos para atender a· todos los pueblos de misión entre Apure y Meta, porque cinco religiosos han agravado la 109. La mención de este extraño "cuarto voto" la hallamos, por primera y única vez en toda la documentación sobre las misiones de Andalucía, en una carta que Salvador de Caza– lla dirige al arzobispo con fecha 18 de septiembre de 1805. Copia en APCA 2-2-22/2, p. 730. 110. Copia en APCA 2-2-22/2, p. 732. 111. lbidem, p. 734. Era entonces arzobispo el catalán D. Narciso Coll y Prats, quien había reconocido la Junta de Gobierno de Caracas, formada a espadas de la Regencia de la Isla de León. La política de este prelado tendrá como lema el dicho popular "nadar y guardar la ropa". 112. Copia en APCA 2-2-22/2, p. 739.

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