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450 ALBERTO GONZÁLEZ CABALLERO índice de mortalidad entre los indios, bien por estar prohibido los malos tra– tos a los mismos. Algunos misioneros, entre ellos fr. Marcelino de San Vicente, eran parti– darios de continuar con las escoltas. Fray Marcelino en su viaje a la Corte (1701) logró que fuera aceptada su opinión en contra de las pretensiones de otros misioneros, como fr. Manuel de Alesón, apoderado del obispo y sub– vencionado por los enemigos de las escoltas. No obstante el triunfo de fr. Marcelino, según las disposiciones reales 55 , las salidas con escolta no debían realizarse en adelante a título obligatorio por parte de los vecinos, sino a tí– tulo voluntario, es decir, percibiendo sueldo y quedando a cargo de las mi– siones proveer de alimentos, armas, pólvora y demás medios a la escolta, cu– yos componentes se reclutaban en los pueblos de españoles a toque de trompetas, en púlpitos y plazas, leyéndose en alta voz la licencia real, la li– cencia del gobernador, etcétera. En el terreno político y práctico, el sistema de escolta era lo mejor para acabar con el estado salvaje en el interior de Venezuela. Pero bajo el punto de vista humano, aquello no fue sino una forma violenta de reducir a la fe a los que ni la conocían ni la querían. Los indios perdían su libertad natural en que vivían para adquirir una libertad política subyugada por muchos años, e impuesta por la religión bajo la vigilancia del misionero. Si bien es verdad que era condición indispensable para la concesión de escolta que ésta no hi– ciese uso de las armas sino en caso extremo de defender la vida de los mi– sioneros, la concesión no excluía otros actos no bélicos contra los indios. De hecho, siempre bajo la amenaza de las armas, se ponían en marcha medidas cautelares para evitar que los indios escapasen, como conducirlos en pelo– tones atados con sogas y los más hostiles con cadenas. Por eso cuando se di– ce que Fr. Marcelino u otro cualquier misionero redujo tal número de in– dios, ha de entenderse en este sentido de coacción física y moral. Igualmente cuando en los informes oficiales se habla de trato humanitario a los indios por parte de la escolta, se ha de sobrentender que en realidad iban cautivos a formar nuevo pueblo. Naturalmente que cuando algún indio se presenta– ba espontáneamente a reducirse, gozaba del fuero de la libertad personal. El sistema de las misiones pasó a ser un sistema político de reclutamien– to desde la Independencia de Venezuela en adelante. Ciertamente, la distin– ción entre entrada "apostólica" o "con escolta" conlleva la discriminación del ministerio misional en político, consiguiendo nuevos vasallos para el rey, o en apostólico, fundado sólo en la acción de la gracia. Pero de hecho, el sis– tema convertía a los religiosos en ministros del rey, ocupados en convertir infieles como otros ministros estaban ocupados en otros menesteres, pero unos y otros al servicio de una misma causa política. 55. AGI, Santo Domingo, 808.

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