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MISIÓN DE LOS CAPUCHINOS ANDALUCES EN VENEZUELA 449 haciendo lo propio con religiosos que habían de ser de la encomienda.Tal fue el origen del sistema adoptado por los misioneros al convertir e instruir indios en la encomienda de Tomás de Ponte*. Ahora los misioneros dejan de ser mi– nistros de indios encomendados, y proceden a reunir indios sin dependencia directa de capitán alguno que en cierta forma fuera también jefe del misio– nero. Para hacer más fructíferas las incursiones y con menos riesgo que los ex– perimentados cuando salían "apostólicamente", los misioneros concertaban con los ciudadanos españoles la formación de piquetes de protección contra los indios violentos, y también para impedir que éstos huyeran. Esta práctica condujo a la sistematización de las leyes de españoles en favor de las misiones, posibilitando así la fundación de pueblos en los pun– tos avanzados de las misiones. A cambio de estos servicios, se les daba terre– nos para habitar, labranzas y ganados. Además los españoles exigían que se les concediese un número determinado de indios de los sacados de los mon– tes para que, durante el tiempo de su servicio, los indios realizasen las tareas que los españoles dejaban de hacer mientras estaban ocupados en sacar in– dios a las órdenes de los misioneros. Este sistema, empero, generó problemas entre los vecinos españoles y entre los mismos religiosos: los municipios se quejaban de quedar disminui– dos a causa de la formación de nuevos pueblos, por cuestiones relacionadas con los diezmos, con la repartición de terrenos, etc. A causa de todo esto, también a los religiosos les resultaba odiosa la organización externa de las misiones. Se planteó, pues, la conveniencia de seguir con el sistema de utili– zar escolta en reducciones. El Sínodo de 1687 intentó zanjar la cuestión es– tableciendo que las entradas habían de hacerse "apostólicamente", es decir, sin escolta, sin armas, sólo con el crucifijo y la predicación. Además, los pue– blos de españoles que tenían la obligación de facilitar escolta acogieron fa– vorablemente la decisión, pues se vieron exonerados de esta carga, porque el hecho de tener indios a su servicio ya no era rentable, bien por el elevado * Tomás de Ponte era natural de Caracas, hijo de Pablo de Ponte y de Elvira de Campos Villavicencio. Casó con Felipa de Mora y Alvarado, hija del capitán Luis de Alvarado Muta– ñones y de Ana Velásquez Mendoza. A la muerte del capitán Juan de Salas, que, con título de capitán poblador, había fundado el pueblo de San Antonio de la Sabana de Choro, jurisdic– ción de Barquisimeto, donde los primeros capuchinos que misionaron en Caracas tuvieron su primer establecimiento, recibió encargo de continuar aquella empresa. Para ello fue pro– puesto por el gobernador D. Pedro de Porres '!bledo y por el Prefecto de los capuchinos Fr. Lorenzo de Magallém. Y porque para tal empresa era costumbre hacer asiento y capitulación, él hizo la suya en Caracas, el 18 de marzo de 1659. Rl mismo día se decretó que se le otorga– se el título correspondiente, que presentó en Barquisimeto ante su Cabildo. Tomó posesión de su título en dicha ciudad el 24 de diciembre del mismo año. En esas capitulaciones, entre otras cosas, referente a los capuchinos se comprometió a lo siguiente: durante 5 años debía ocuparse de la reducción de indios para juntarlos en las mi– siones de los capuchinos,; debía proveer el sustento y vestuario de los misioneros, así como to– do lo necesario para el culto; etc. [Copia en APCA 2-2-15, págs. 479-492].

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