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406 VICENTE REYNAL 5. Misión entre macoaes y aratomos. Martirio de Fr. Gregario Partieron de Los Llanos de Caracas los mencionados valencianos. Lle– garon a Maracaibo los dos primeros, desde donde se internaron a los valles de dichos indios macoaes y aratomos, en lo más escarpado de la sierra de Perijá. Fundaron, primero, dos agregaciones con varias familias de tales in– dios y posteriormente, fray Gregario se internó selva adentro y monte arri– ba, en busca de otros nativos, los coyamos, más feroces e irreductibles, quienes impedían la buena marcha de la fundación que se acababa de ha– cer entre los macoaes. Habiendo llegado a su territorio, si bien al principio una parcialidad de los mismos le recibió amablemente, otros grupos se dis– gustaron de la presencia del blanco y de su intento de evangelizarlos; ata– ron a fray Gregario a un árbol y lo acribillaron a flechazos. Sucedía este martirio en 1694. Esto, más la muerte, al poco, por fiebres malignas del pa– dre Antonio de Ollería, hizo que quedara abandonada esta misión. 6. Misión de Santa Marta (1694) Entre los primeros misioneros de la provincia capuchina de Valencia, en– viados a América, se hallaba un hijo suyo, fray Mauro de Cintruénigo. Cuan– do el padre Pablo de Orihuela decidiera regresar a España para defender la misión de Los Llanos de Caracas de las calumnias que contra la misma se habían levantado, envió adelante a fray Mauro, quien pasó a la Corte en 1692 y con esfuerzo y constancia logró no sólo aquello, sino también obtener para los valencianos una misión propia. Presentada al capítulo provincial del mismo año la propuesta del rey, fue aprobada unánimemente y se dispuso en el mismo destinar el número de religiosos requeridos. El provincial había dado antes a fray Mauro las cartas pertinentes para que pidiera al Consejo de Indias una misión propia para la provincia, "separada de las que ya tenían en la América las provincias de Cataluña,Andalucía yAragón". La solicitud era con el objeto de que se les concediera la misión del Orinoco, del Ama– zonas o de Riohacha. Siempre, pues, en lugares remotos, lejos de los centros urbanos establecidos, en áreas particularmente difíciles. La real cédula de 1694 les otorgaba la misión "en el obispado de Santa Marta y el lugar del Río de el hacha", entre indios guajiros. La concesión disponía también que cuatro de los valencianos que la– boraban ya en Los Llano de Caracas pasaran a Santa Marta, mientras que el resto quedara allá, disposición relevante, pues sería el punto de arran– que jurídico, en mi opinión, para que los valencianos siguieran consideran– do como territorio propio por mucho tiempo la provincia de Maracaibo. No eran los valencianos los primeros misioneros en ir a evangelizar los guajiros, pues ya había habido varios intentos tanto en el siglo XVI como en el xvn, pero sin éxito. Van a ser, sin embargo, los valencianos los que más

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